«… la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no nos defrauda...» —Romanos 5:3-5, RVR1995
Dios nunca prometió quitarnos la tentación, porque incluso Cristo fue tentado. La Biblia menciona a Jesús como «uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado» (Hebreos 4:15). No hay ninguna buena razón para tratar de escapar [de la tentación], ya que esos momentos de tentación tienen efectos positivos. Cuando hemos resistido la tentación y hemos obtenido la victoria sobre el pecado, sentimos una sensación de logro y seguridad que de otro modo no sentiríamos.
La tentación muestra cómo es la gente en realidad. No nos hace cristianos o anticristianos, pero sí hace que el cristiano sea más fuerte y lo lleva a descubrir que tiene a su disposición recursos de poder. Puedes beneficiarte incluso de una tragedia si tan solo descubrieras que, en ese tiempo de tentación es cuando Cristo puede llegar a ser más real que nunca para ti y Su salvación puede cobrar un significado aun mayor.