«Lo único que sé es que yo era ciego y ahora veo». —Juan 9:25
Trato de explicarles el gozo de seguir a Cristo: ¡la emoción, el entusiasmo, la alegría, al saber de dónde vengo, por qué estoy aquí y a dónde voy! Hay una razón para existir. Hay una razón para levantarse todas las mañanas del año. Trato de decirles lo que he encontrado en Jesucristo, en estudiar las Escrituras y en caminar con Él; y ustedes dicen: «¡No puedo ver eso!». Por supuesto, no pueden. Están ciegos. Intenta describirle una televisión a un ciego. Puede entenderlo un poco, pero no tiene sentido para él. Trata de describirle una puesta de sol. No es capaz de verlo. Las escamas que cubren tus ojos deben ser quitadas, y solo Cristo puede hacer eso. Si dejas que Él abra tus ojos espirituales, Él puede retirar las escamas ahora mismo y puedes empezar a vivir y ver un mundo totalmente nuevo que nunca supiste que existía.