«Para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre (…) y no hay más que un solo Señor, es decir, Jesucristo». —1 Corintios 8:6
De una u otra manera, en algún momento, nos encontraremos con esta pregunta: ¿Qué opinas de Cristo? ¿El Hijo de quién es Él? Si Jesucristo no es quien Él dijo que era, entonces es un impostor o un egocéntrico. Tenemos que responder esta pregunta tanto con fe como con acción. No solo tenemos que creer algo sobre Jesús, sino tenemos que hacer algo sobre Él. Tenemos que aceptarlo o rechazarlo.
Jesús dejó claro quién era y por qué vino al mundo. Les preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». Le respondieron una variedad de denominaciones a nivel humano. Entonces Jesús se volvió hacia ellos y les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». A continuación, Pedro respondió con su afirmación histórica: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (Mateo 16:13-16).
Esa es la cúspide de la fe; el pináculo de creer. Allí debe descansar la fe de aquel que espera la salvación. ¡Cristo es ineludible! Tú también debes decidir: «¿Qué haré con Cristo?».