Antes de que estallaran los fuegos artificiales del 4 de julio, los asistentes a un desfile en Highland Park, Illinois, oyeron los disparos de un hombre armado que presuntamente abrió fuego desde un tejado, matando a siete personas e hiriendo al menos a otras treinta. El sospechoso, de 21 años, está ahora detenido.
El mismo lunes por la noche, dos capellanes coordinadores del Equipo de Respuesta Rápida de Billy Graham (BG-RRT, por sus siglas en inglés) llegaron al suburbio de Chicago, en el que, tras el tiroteo, quedaron solo sillas de jardín, carritos para niños y mantas que los asistentes habían dejado atrás al huir de la escena. Los residentes estaban conmocionados por el ataque sucedido en una zona que es conocida por ser tranquila y libre de delitos. Se espera que lleguen a la zona más capellanes en los próximos días.
«Es una situación increíblemente aterradora. No hay palabras para atenuar el dolor que esas familias están sufriendo en estos momentos», dijo Josh Holland, director internacional del BG-RRT. «Estamos enviando a nuestros capellanes capacitados para responder en situaciones de crisis para que consuelen a la gente, los escuchen y se lamenten junto con ellos. Van a ir a orar y a compartir el amor de Dios con las personas que se han visto afectadas por esta horrible tragedia».
La semana pasada, otros capellanes de Billy Graham se desplegaron en Allen, Kentucky, tras un tiroteo en el que murieron tres agentes y un perro policía K-9. Más de una docena de capellanes también pasaron dos semanas en mayo y junio en Uvalde, Texas, después de que un tirador matara a 19 niños y dos maestras durante uno de los últimos días de clase antes de las vacaciones de verano.