Hasta el lunes, no mucha gente había escuchado el nombre de la ciudad de Uvalde, en el sur de Texas. Pero una tragedia indescriptible ha añadido su nombre a la penosa lista de ciudades y pueblos que han experimentado el horror de un tiroteo masivo.
Y lo que es peor, un tiroteo masivo en el que se perdieron las preciosas vidas de niños inocentes.
El martes, diecinueve niños de cuarto grado y dos maestras murieron después de que un joven de 18 años abriera fuego en la Escuela Primaria Robb de esta ciudad, haciendo uso de un rifle de asalto.
No es posible encontrar palabras para describir el dolor y la rabia de quienes perdieron a sus seres queridos.
Necesitan un espacio para el luto, un hombro sobre el que llorar y unos brazos que los sostengan cuando se sientan débiles. Y también necesitan que alguien les recuerde que pueden levantar la vista al cielo incluso cuando lo único que sienten a su alrededor es el peso de la oscuridad.
Los capellanes del Equipo de Respuesta Rápida de Billy Graham (BG-RRT, por sus siglas en inglés), capacitados para responder en situaciones de crisis, están presentes en Uvalde para hacer precisamente esto.
Sirven en catástrofes naturales, desastres provocados por el hombre, tiroteos, disturbios civiles, ataques terroristas y en cualquier otra situación en la que la vida de las personas haya dado un vuelco. Los capellanes ofrecen atención emocional y espiritual, mostrándole a la gente el amor de Cristo.
«Por lo que hemos hecho y visto hasta ahora, el hilo conductor de esta comunidad es que tienen la mano abierta», compartió Ken Dunlap, director de respuesta y apoyo del BG-RRT. «Nos recibieron con los brazos abiertos y apreciaron mucho que viniéramos a servir y a formar parte del proceso de sanación de esta comunidad».
Dunlap ha estado ministrando en el exterior del Centro Cívico y en la plaza principal de Uvalde.
Los primeros capellanes llegaron a la Escuela Primaria Robb dentro de las dos primeras horas después del tiroteo, e inmediatamente buscaron formas de ayudar a la comunidad y establecer relaciones para facilitar el ministerio que se llevaría a cabo en los próximos días.
«A dos de los capellanes se les permitió dar la notificación de fallecimiento, junto con los agentes de la ley, a uno de los familiares que perdió a un menor», compartió Dunlap.
«Estuvieron presentes para intentar facilitar ese momento agridulce. Y digo agridulce porque eran personas cristianas, así que tenían la gracia de Dios y recibieron el ministerio de los capellanes con gracia. Es maravilloso ver cómo Dios siempre tiene un plan».
Otros ministerios cristianos también buscan formas creativas para servir a esta desconsolada comunidad. El pastor Russell Howelton, de la Iglesia Comunitaria Skybridge de San Antonio, junto con sus hijos, propietarios de un restaurante, trajeron sus remolques para ahumar barbacoa a fin de donar comida a la comunidad.
Los estacionaron justo frente a la carpa de los capellanes del BG-RRT.
«Justo les venía diciendo a mis hijos: “¿Saben qué? Vamos a llevar toda esta comida a la gente, pero necesitamos a alguien que haga el trabajo espiritual junto a nosotros”. Cuando llegué y vi la carpa de Billy Graham, simplemente alabé a Dios. Él siempre tiene un plan».