Mientras la lluvia torrencial y los fuertes vientos del huracán Idalia asolaban su vecindario, Latricia Sadler apenas podía abrir la puerta trasera de la casa en la que estaba refugiada. El viento era tan fuerte que cree que esa noche también pasó por su calle un tornado que mandó por los aires los muebles de una casa situada a una manzana de distancia.
Seis familias se reunieron en una casa para enfrentar Idalia juntas, justo al final de la manzana de la casa de Sadler.
Sadler no ha dejado de visitar a sus vecinos desde el huracán, intentando ayudar en todo lo que puede. De hecho, eso es lo que estaba haciendo el miércoles por la mañana cuando decidió tomarse un descanso y pasar a visitar su propia casa.
Allí habló con Mike y Michelle Gawlinski, capellanes del Billy Graham Rapid Response Team (BG-RRT), mientras su hija de 14 años, Carrie Beth, esperaba en su camioneta para refrescarse con el aire acondicionado.
Los capellanes de Billy Graham llevan varios días en la zona, ofreciendo atención emocional y espiritual en el nombre de Jesús a los afectados por el huracán.
«Éramos bastantes los que estábamos allí orando [la noche del huracán]», dijo.
«[Dios] me está dando fuerzas», dijo, sin poder contener más las lágrimas. «Él está enviando a las personas adecuadas».
Los vientos de 125 mp/h (200 km/h) dejaron la casa de Sadler —misma que fue la casa de la infancia de su difunto marido— con ramas de árboles encima del tejado, además de daños considerables en el porche y una habitación contigua.
«No tenemos mucho», dijo entre sollozos mientras señalaba la pequeña casa de color azul brillante a la sombra de un enorme roble. «Pero éste era nuestro hogar».
Los Gawlinski oraron con Sadler mientras las motosierras zumbaban y los equipos locales de la compañía de electricidad trabajaban a corta distancia.
Después, Mike se dirigió a la camioneta para preguntarle a Carrie Beth cómo se encontraba.
Carrie Beth habló de las actividades en su iglesia local, y añadió que creía que esas buenas acciones podían salvarla de sus pecados y hacer que estuviera en buenos términos con Dios.
Mike le explicó los «Pasos hacia la paz con Dios», el pequeño folleto de la BGEA que explica cómo podemos tener una relación con Dios a través de su Hijo, Jesucristo. Le explicó con delicadeza que no hay nada que nosotros podamos hacer para ganarnos el regalo de la salvación de Dios.
Era exactamente lo que Carrie Beth necesitaba oír, y justo ahí oró con Mike para arrepentirse de sus pecados y creer que la salvación se obtiene solo por la fe en el sacrificio de Jesucristo en la cruz.
«Se podría llamar a esto una cita divina», dijo Michelle cuando los cuatro se reunieron para orar juntos, mientras sonreía de gozo por la decisión de su hija Carrie Beth.
«Todo ocurrió en el momento indicado por Dios».
La tormenta antes de la tormenta
Los capellanes saludaron a la propietaria de una casa en el condado de Pasco, Florida, mientras limpiaba escombros fuera de su casa.
Comenzó a contarle a los capellanes cómo, al contemplar todos los daños en su propiedad, le había pedido ayuda a Dios, y cómo poco después los equipos voluntarios de limpieza se detuvieron en su entrada para ver si necesitaba ayuda.
Les contó también que había caído en la desesperanza, y que había sufrido la muerte de su hijo cuando tenía apenas cinco meses. Explicó que conocía a Dios, pero no sabía cómo comunicarse con Él o pedirle que sanara su dolor y su pena.
Los capellanes le hablaron del amor de Dios y de cómo envió a su Hijo Jesucristo para que ella pudiera tener una relación personal con Él. Cuando escuchó el plan de salvación de Dios, y cómo Dios mismo vio morir a su propio Hijo para salvar a la humanidad, la esperanza inundó su corazón y decidió orar con el equipo para poner su confianza en Cristo como su Salvador.