En un fin de semana normal, el suelo de la arena Tondiraba de Tallin, Estonia, está cubierto por una capa de hielo. Christopher ha patinado en esa misma pista como miembro del equipo nacional de hockey de Estonia. De hecho, fue durante las pruebas de selección al equipo cuando por primera vez comenzó una relación con Jesús.
Pero este domingo por la noche, en el festival «Time of Hope» con Will Graham, la arena estaba cubierta por cientos de personas que adoraban a Dios con las manos levantadas mientras cantaban himnos tradicionales en estonio.
Christopher estaba allí como voluntario, ansioso por conectar con aquellos que respondieran al mensaje del Evangelio.
Desde que se convirtió al cristianismo en 2018, Christopher ha orado para que Dios haga una obra poderosa, no solo en Tallin, sino específicamente en la arena Tondiraba.
«Desde que vine a Jesús, esta ha sido la [mayor] carga en mi corazón: ver qué mis amigos sean salvos», compartió Christopher. «He estado orando mucho por las personas que van a ese lugar».
En sus anteriores viajes misioneros, ha visto a cientos de personas aceptar a Jesús en aldeas de otros países o durante la evangelización callejera en ciudades extranjeras. Sin embargo, de vuelta a casa, sentía que estaba «chocando contra un muro», incluso dentro de su propia familia.
Durante una noche de adoración en 2024, sintió que Dios lo estaba animando a orar por un movimiento especial en la arena Tondiraba. Treinta minutos después de su oración, los líderes de la iglesia que participaban en el evento de adoración anunciaron que el Festival Tiempo de Esperanza llegaría en 2025. Dios siempre estaba obrando, incluso cuando Christopher no podía verlo.
«De hecho, sentí muy fuertemente que el Espíritu Santo me decía: “No he terminado con tus amigos”», recuerda Christopher. «”No he terminado con tu familia”».
El domingo se quedó impresionado al ver cómo Dios se movía con tanta fuerza en su propia ciudad, un lugar que parecía estéril tan solo un año atrás.
«Nunca había visto algo así con mis propios ojos en Europa», dijo Christopher, mirando a su alrededor al ver a tanta gente reunida para escuchar hablar de Dios. «Es realmente increíble».
Pero el Evangelio no solo está cambiando Tallin, también está cambiando su hogar. El sábado, la primera noche de la campaña evangelística, su padre se acercó al frente del escenario para recibir a Cristo como su Salvador.
«Ya había confesado a Jesús anteriormente, pero esta fue una decisión pública. Aquí dijo: “Declaro a Cristo como mi Señor”», dijo Christopher.

Un momento histórico
Unos días antes de los eventos de este fin de semana, Will Graham entró en la iglesia de St. Olaf, la histórica capilla donde su abuelo proclamó el mismo mensaje que él predicaría más adelante esa semana. Abrumado por la emoción, se sentó en el último banco y meditó en la oportunidad que Dios le estaba ofreciendo: Tallin es una de las pocas ciudades donde han predicado las tres generaciones de los Graham.
«Solo la fe en Jesucristo y lo que hizo en la cruz nos salvará», enfatizó mientras predicaba el sábado. «Es Jesús y solo Él».
«Puede que… seas cristiano», dijo Graham, «pero hay momentos en los que le dices a Dios: “No, no voy a hacer lo que me pides”».
El sábado, Graham le dijo a la multitud que se encontraban en un momento crucial en su relación con Dios.
Mientras compartía la historia de Poncio Pilato y el juicio de Jesús, Graham explicó: «Pilato haría una de las preguntas más importantes de la historia de la humanidad. Es una pregunta que tú tendrás que responder aquí esta noche: “¿Qué haré ahora con Jesús?”».
Tras una pausa, preguntó a la multitud: «¿Van a creer en Él o van a rechazarlo?».
Asya eligió creer.
En la parte delantera del estadio, estaba de pie, cogida del brazo de su primo Alexander, con una gran sonrisa. Asya acababa de mudarse a Tallin y se sentía perdida tan lejos de casa. Al menos tenía a Alexander, el primo que seguía orando por ella. Él era consejero de oración en el Festival y se quedó impresionado cuando Asya decidió acercarse al frente y aceptar a Cristo.
Alexander la siguió, sin saber muy bien qué estaba pasando en su corazón. Cuando ella oró para recibir a Jesucristo, él le entregó con alegría los materiales de discipulado y una Biblia que los nuevos creyentes recibían al final de la noche.
«Me quedé sorprendido. No me lo esperaba», dijo Alexander riendo, al contar la historia de cómo su prima respondió al Evangelio. Asya le respondió: «¿No te lo esperabas, pero me trajiste una Biblia?».
Ambos salieron animados con una nueva fe en la obra transformadora de Dios.
«Si le dices que sí a Jesús, experimentarás una de las cosas más maravillosas del mundo», explicó Graham a la multitud. «Tu culpa y tus cargas desaparecerán. Tendrás al Dios vivo en tu corazón. Él te guiará en esta vida».
Los estonios necesitan desesperadamente esta verdad. Cuando Billy Graham predicó aquí hace 40 años, la oposición soviética al cristianismo era feroz. Las Biblias tenían que introducirse de contrabando en el país y el cristianismo era a menudo objeto de burlas por parte de la propaganda.
Cuando Franklin Graham predicó en la ciudad en 2009, la economía sufría una recesión y el desempleo había aumentado hasta el 14 %. Hoy en día, los estonios se enfrentan a unas elecciones que podrían cambiar rápidamente su país.
Sea cual sea el futuro, Graham le aseguró a los estonios que se acercaron al frente para recibir a Jesucristo como su Salvador que acababan de tomar la decisión más importante de sus vidas, una que les traería alegría y paz eternas.
«Nunca se sentirán decepcionados con Jesucristo», dijo.
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