Miles de personas asistieron a la segunda parada de la Gira de Dios te Ama en Newport, Gales, el sábado por la noche. En esta foto, la consejera voluntaria Aleena charla con Alicia, quien pasó al frente buscando encontrar seguridad en su fe tras escuchar el mensaje del Evangelio proclamado por Franklin Graham.
El sábado por la noche, Pam Hawkes, de 87 años, vio la historia repetirse en Gran Bretaña.
Un mar de gente se acercó a la parte delantera del escenario del Centro Internacional de Convenciones de Gales, respondiendo al mensaje del Evangelio que Franklin Graham compartió en la segunda parada de la gira de cuatro ciudades God Loves You Tour.
Mientras sonaba la apacible melodía del himno «Just As I Am» [«Tal como soy»], una joven pasó al frente junto con dos amigas, con lágrimas rodando por sus mejillas. Una madre y su hijo se acercaron también por el pasillo del extremo izquierdo. Dos chicas de secundaria con sonrisas radiantes también respondieron al llamado del Evangelio, junto con cientos de otras personas.
Esto llevó a Hawkes de vuelta a 1954. Fue entonces cuando tomó la decisión de seguir a Cristo mientras sonaba la misma canción en una cruzada de Billy Graham en la Arena el Harringay de Londres. Ella tenía solo 20 años.
«El Evangelio es siempre nuevo, ya sea hace 68 años, o ahora mismo, mientras la gente está respondiendo a él». La mujer de pelo blanco hizo este comentario con una dulce sonrisa. «Yo necesitaba venir hoy para transmitir lo que yo misma he recibido a otra persona».
>> Lee sobre la primera parada de la gira, que comenzó la semana pasada en Liverpool, Inglaterra.
No muy lejos de Cardiff, su ciudad natal, Hawkes fue una de los más de 200 consejeros que brindaron sus servicios durante el evento del sábado. Esta parada de la gira representó la primera visita de Franklin Graham a Gales, una nación que es aproximadamente del mismo tamaño que el estado de Nueva Jersey.
Con más de 600 castillos centenarios que aparecen entre sus pueblos costeros y sus verdes y onduladas colinas salpicadas de ovejas, gran parte de la región parece haber sido sacada directamente de un cuento de hadas. Pero los residentes han pasado por muchas dificultades en los últimos años.
«Esta [gira] tardó mucho en llegar. Nadie contaba con la pandemia, y la pandemia ha cambiado el mundo», dijo Franklin Graham, haciendo referencia a la desesperanza generalizada que esta ha dejado.
«Pero el Evangelio no ha cambiado», continuó. «Es el mismo para todas las generaciones».
Leyendo el capítulo 10 del libro de Marcos, Franklin Graham dijo que siempre hay un motivo para tener esperanza. Contó la historia de Bartimeo, un ciego que fue sanado tras llamar a Jesús suplicando su ayuda.
>> Ver fotos de la parada de la gira del sábado en Newport, Gales [enlace en inglés].
En la multitud de 3200 personas, Alicia escuchaba atentamente. Había experimentado la esperanza de Cristo hace unos seis años, lo que despertó su fe. Pero desde entonces, su fe se ha enfriado y ella se ha distanciado de Dios, ha caído en pecado y se culpa a sí misma constantemente.
Sentada hasta el fondo del auditorio, volteó a ver a su padre y a su novio cuando Franklin Graham llamó a la gente para que viniera a tomar una decisión por Jesús. Todos se miraron entre ellos como preguntando: «¿Debemos pasar al frente?».
Pero Alicia fue la única que lo hizo. Le dolió que ellos no hicieran lo mismo, pero oró desde el frente, pidiendo a Dios que les hiciera cambiar de opinión. En un momento, la maestra de primaria miró hacia atrás y vio que ellos lo habían hecho también.
Mientras tanto, conoció a una consejera llamada Aleena, una estudiante universitaria que asiste a la Universidad de Gales del Sur, la misma en la que ella misma estudió. Las desconocidas se hicieron amigas rápidamente, riendo juntas pero también tomándose muy en serio su fe. Casi parecía que eran hermanas, y de hecho ahora lo son, gracias a su fe compartida en Cristo.
«Cualquiera puede llamarse cristiano, pero eso no significa que verdaderamente tenga una relación con Dios», dijo Alicia. Mientras las mujeres charlaban, Aleena le compartió acerca de la verdad, sacando su Biblia para señalar versículos.
Aunque Aleena no creció en un hogar cristiano, dijo: «Dios me transformó a través de la Biblia. Por eso creo tanto en la evangelización. Quiero que otras personas experimenten el gozo que yo tengo.
»Él es un Dios bondadoso y amoroso, que siempre tiene los brazos abiertos para recibirte».
El sábado, su nueva amiga Alicia decidió volver a entrar en el abrazo amoroso de Dios y ser más audaz con respecto a su fe.
Pam Hawkes asiste todas las semanas a una reunión de oración en su ciudad, pidiendo a Dios por un avivamiento en Gales. Con iglesias a su alrededor cerrando sus puertas, dice que «necesitamos más eventos de evangelización como este».
«No quiero preocuparme tanto por lo que piense la gente, ni siquiera por poner versículos de la Biblia en las redes sociales», dijo Alicia.
No tiene muchos amigos cristianos, pero su conexión con Aleena fue instantánea. Hacia el final de su conversación, un hombre las interrumpió.
«Enhorabuena por la mejor decisión de tu vida», le dijo a Alicia. «Nada más importa. Fuiste muy valiente al pasar al frente. Es evidente que ustedes son amigas, sigan hablando. Los amigos cristianos son muy importantes».
Las mujeres asintieron. «Creo que estábamos destinadas a encontrarnos», dijo Aleena.
Cerca de allí, Hawkes, de 87 años, oró para que el Señor la dirigiera hacia la persona que Él quería que ella conociera. La semana pasada tuvo la extraña sensación de que Dios tenía en mente a alguien en particular con quien ella debería hablar durante el evento. Estando al frente cerca del escenario, inició una conversación con Sophia, una adolescente que acababa de rendir su vida a Jesús.
«Encontré a la joven que el Señor quería que bendijera», explicó después.
Su interacción fue breve, pero fundamental. Unos cuantos minutos pueden cambiar la eternidad.
Hawkes ayudó primero a Sophia a rellenar un formulario que la ayudaría a encontrar una iglesia local. Luego, Hawkes sostuvo suavemente el rostro de Sophia entre sus manos, oró con ella y le dijo: «Que Dios te bendiga en tu caminar con Él».
«Fue magnífico», recordó Hawkes. «Dios es tan bueno».
Aunque Hawkes duda de que vuelva a ver a Sophia en este lado de la eternidad, sabe que la adolescente cuenta ahora con el Espíritu Santo para guiarla por la vida, y Hawkes sabe lo crucial que es eso.
«He tenido una vida muy triste, pero Dios ha sido muy fiel», dijo Hawkes, que no tiene parientes vivos. Su marido falleció y más tarde perdió a su hija tras una batalla de 17 años contra la anorexia.
«Siempre hay esperanza», continuó Hawkes. «He vivido la vida sola, pero no estoy sola. A través de profundas penas y momentos en la cima de la montaña, Él ha sido mi constante. Sabía que tenía que [venir esta noche]. Desde mi punto de vista, era para decir “gracias” por 68 años de fidelidad. Él ha sido mi Roca, mi Amigo y mi Salvador».