Jóvenes ucranianos renuevan su compromiso con Cristo

En un campo para refugiados ucranianos cerca de Varsovia (Polonia), los capellanes Anika y John Magwood, acompañados por un traductor, oran con tres jóvenes que perdieron a sus madres. «Intentamos tener conversaciones profundas con ellos para ver si en verdad tienen una relación con el Señor, porque eso es lo único que les va a dar esperanza», dijo Anika.

Varios niños ucranianos corren jugando al baloncesto en un campo de refugiados rural cerca de Varsovia, Polonia, mientras sus madres están sentadas, observando. Todo parece tranquilo; incluso sereno.

Hasta que suena un teléfono.

Es entonces cuando todas las madres contienen la respiración, esperando que no sea su teléfono el que está sonando.

Muchas de estas mujeres viven en temor constante, sabiendo que cualquier llamada telefónica puede venir con las últimas palabras de su marido. «Es muy traumático», dice Anika Magwood, capellana capacitada para responder en situaciones de crisis del Equipo de Respuesta Rápida de Billy Graham (BG-RRT, por sus siglas en inglés).

Los 136 ucranianos que se alojan en este campamento cristiano convertido en campo de refugiados huyeron de su patria durante los últimos tres meses a causa de la guerra. Hace poco más de una semana, Anika voló desde Jacksonville (Florida) con su marido, John, para ministrarles. Otras docenas de capellanes del BG-RRT están prestando sus servicios en un hospital móvil de emergencia de Samaritan’s Purse y en clínicas médicas instalados en Ucrania.

>> Echa un vistazo a algunas fotos del ministerio de los capellanes en Ucrania [enlace en inglés].

Pero su ministerio no es fácil, compartió Anika. «En muchos casos es muy duro porque no podemos hacer nada para ayudarles». 

No puede quitarles el dolor.

La capellana pasa sus días escuchando, orando y poniendo en práctica sus conocimientos de enfermería cuando es necesario. 

En el tiempo que ha servido en el BG-RRT ha sido llamada para responder en huracanes e incendios, pero nunca antes había participado en un despliegue relacionado con la guerra, donde las situaciones de vida o muerte son constantes.

Las conversaciones pueden ser difíciles, «porque no quieres llevar la conversación a algo sobre lo que no quieren hablar. A veces, simplemente me siento y hablo de pequeñas cosas sencillas, con la esperanza de que se abran y ocurra algo. Al final lo hacen», explica.

Los niños, que se refieren a ella cariñosamente como su «babusya» o abuela, le hablan de «los cohetes que vuelan todo el tiempo» en su país.

Le hablan de sus padres, algunos de los cuales están en medio de la batalla, mientras que otros son pastores que se quedaron para atender a los miembros de sus congregaciones y a sus comunidades.

Anika Magwood enseña a los niños ucranianos a decir algunas palabras en inglés, como «See you later, alligator» [Hasta luego, caimán] y «After a while, crocodile» [Después de un rato, cocodrilo]. «Ver que empiezan a apegarse a mí, no como una capellana con camisa azul, sino como “babusya”, es decir, como una abuela, es muy especial», dijo.

Y aunque la mayoría de los refugiados en este campo son madres con sus niños, también hay algunos hombres en el grupo.

Anika y John se sentaron en una mesa de picnic con los gemelos de 22 años Kuzma* y Dymtrus,* quien aún tiene una bala en el hombro, y su nuevo amigo de 16 años, Antin*.

Con la ayuda de un traductor, los capellanes se enteraron de que estos muchachos se han unido por el dolor tras haber perdido a su madre en la guerra y haber tenido un padre ausente que nunca se ocupó de ellos.

Antin perdió violentamente a su madre justo antes del comienzo del conflicto, y vivía con su abuela y su hermana pequeña. Su casa y todo su pueblo habían sido destruidos, y llegó al campo de refugiados sin documentación. Es un chico tranquilo y pensativo, con los ojos llenos de dolor; un niño que se convirtió en un hombre casi de la noche a la mañana.

Los gemelos también contaron su historia. Cuando su ciudad natal, Kherson [Jersón], fue atacada, Kuzma abandonó la ciudad de inmediato, pero su hermano Dymtrus planeó viajar al día siguiente junto con su madre, su perro y un hombre mayor con sus dos nietos pequeños.

Justo cuando iban a reunirse con Kuzma en una zona más segura, los soldados invasores abrieron fuego contra su vehículo, matando al conductor y a la madre de los gemelos. Dymtrus fue alcanzado por dos balas en el brazo y la mano mientras sostenía a su perro. El perro murió, pero protegió a Dymtrus de recibir balas en el corazón.

Dymtrus escuchó a su madre clamar a Dios mientras agonizaba, pero con los soldados aún cerca, no se movió hacia ella. Los soldados creyeron que estaba muerto y se marcharon. Cuando por fin fue seguro, Dymtrus cavó una tumba para su madre con el brazo que no estaba herido. Incluso después de reunirse con su hermano Kuzma, permaneció en estado de shock durante días.

«¿Por qué tuvo que morir mi madre?» le preguntó Dymtrus a Anika y John, mostrándoles una bonita foto de ella. 

Anika explicó que ésa es una respuesta que solo Dios puede brindar, y animó a los hermanos a centrarse en el hecho de que su madre tenía fe. Como madre, compartió que ella sabía que la última oración de su madre fue por sus dos hijos.

«Jesús nunca los dejará ni los abandonará», les recordó Anika.

Anika sintió que lo mejor que podía hacer en honor a su difunta madre era «mostrarles la esperanza que ella tenía». Así que le preguntó a Kuzma y a Dymtrus si hablaban con Dios, y cómo estaba su vida espiritual.

«Hemos creído en Jesús, pero no hemos dedicado tiempo a Dios», explicaron. Pero querían fortalecerse en la fe. Antin también asintió, escuchando en silencio.

Los capellanes les preguntaron cómo podían orar específicamente por cada uno de ellos, y los gemelos dijeron que querían vivir como seguidores de Jesús, tal como lo hubiera querido su madre. Antin dijo que tenía la misma petición de oración.

Los capellanes oraron por cada uno de ellos, lo que provocó sonrisas en sus rostros y una sensación de alivio. Antin finalmente comenzó a abrirse sobre su vida y sus deseos. Estableció un vínculo especial con su traductor, que es boxeador como él, y que ahora quiere apadrinar a Antin y darle un hogar.

«Le damos toda la gloria a Jesús por el comienzo de la sanación en los corazones de estos jóvenes», dijo Anika.

«Si algo puedo decir acerca de todas las veces que nos llaman a servir, es que siempre siento que realmente Dios nos quería allí», continuó Anika. 

«Más tarde volvimos a orar por el hermano gemelo que había experimentado este enorme trauma, pidiendo específicamente al Señor que mantuviera vivo el recuerdo de su madre, pero que eliminara el dolor de ese espantoso suceso. Él había expresado que no quería olvidar lo ocurrido, pero que no quería sentir más el dolor».

Petición de oración de Anika

«Por favor oren junto con nosotros continuamente por todos los niños y adolescentes que han visto muchas cosas que nunca deberían haber visto. También oremos por las madres. Al interactuar con ellas, nos damos cuenta de que son incapaces de enfrentar su propio dolor porque están concentradas en distraer a sus hijos de los traumas que todos vivieron».

*Nombres cambiados por privacidad.