Libertad para tu alma

Hace casi 250 años, los Padres Fundadores de los Estados Unidos firmaron la Declaración de Independencia, que puso a la nación en el camino hacia la libertad.

Siglos antes, Jesucristo nos abrió el camino para liberarnos de la muerte misma y conocer la paz verdadera y duradera.

Este 4 de julio, lee unas palabras de Billy Graham en este extracto de su sermón de 1965 en Honolulu, Hawái:

Debemos ser liberados de la muerte. A menos que tengamos esta libertad, todo lo demás está en peligro. La muerte anula todas las bendiciones. Nada importa si la muerte le pone fin a todo. «¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?» (Ver Mateo 16:26). 

Y, sin embargo, es dolorosamente obvio que ningún hombre ni nación puede liberarnos de la muerte. Cada persona que escucha mi voz [en esta prédica] tiene una sentencia de muerte sobre ella en este momento. ¿Cómo pueden los gobiernos esperar mantener la paz en el mundo cuando los pueblos del mundo marchan inevitablemente hacia una muerte segura?

Uno de los deseos básicos del alma es vivir eternamente. La autoconservación es la primera ley de la naturaleza. Los hombres pueden cansarse de los dolores y la decrepitud que vienen con la vejez, pero no se cansan de la vida misma. 

Dios ha dispuesto satisfacer este anhelo del alma de vivir para siempre y este deseo de ser libres del dolor, la enfermedad y los problemas. El hombre es una pequeña criatura con una gran capacidad; un ser finito con deseos infinitos, que no merece nada, pero lo demanda todo. Dios creó al hombre con esta enorme capacidad y deseo para que pudiera entrar y satisfacer completamente ese deseo. Dios hizo el corazón humano tan grande que solo Él puede llenarlo. Hizo sus demandas tan grandes que solo Él puede satisfacerlas. 

El gobierno no puede competir con Dios. El gobierno no tiene nada satisfactorio que ofrecer al alma y, por lo tanto, no puede traer paz al alma.

Jesucristo es el único que tiene las llaves de la muerte. En su muerte y resurrección, quitó el aguijón de la muerte. Y ahora Dios ofrece la vida eterna a toda persona que pone su confianza y fe en su Hijo, Jesucristo. 

Tú puedes experimentar la verdadera satisfacción y libertad en Cristo hoy mismo. Empieza aquí.