Filas de autobuses se acercaban a la Arena Steppe, trayendo gente de Ulán Bator, de los distritos vecinos y del campo. Otros viajaron en coche.
Muchos sentían curiosidad por aprender acerca de Jesús. Algunos vinieron porque habría un concierto. Pero todos salieron del evento sabiendo lo valiosos que son para Dios.
Franklin Graham lo dejó perfectamente claro en la última noche del Festival de la Alegría en Mongolia.
«Ustedes son importantes para Dios», dijo. «Dios los ama».
Unos días antes, Chuluu* conoció a algunos miembros del personal de la Asociación Evangelística Billy Graham (BGEA) cuando se encontraba al otro lado de la ciudad en el monumento memorial Zaison, erigido para honrar a los soldados aliados mongoles y soviéticos muertos en la Segunda Guerra Mundial.
Durante la conversación, Chuluu compartió que estaba preocupado porque sus ancianos padres estaban enfermos y él tenía problemas legales. Sus nuevos conocidos lo animaron a llevar sus preocupaciones a los pies de Jesús, e invitaron al joven de 21 años al Festival.
Ellos se llenaron de alegría al ver que Chuluu vino las dos noches. Y el domingo, fue una de las primeras personas en pasar al frente cuando Franklin Graham invitó al público a recibir el don gratuito de la salvación de Cristo.
Durante los últimos ocho años, Chuluu no había seguido ninguna religión.
«Antes era budista, pero ahora elijo a Jesús», compartió. «Jesús dijo: “Si crees en mí, tus pecados pueden ser perdonados”. Dios puede perdonarme».
Una nueva esperanza
A unos cuantos pasos de ahí, el rostro de Naraa* revelaba su tristeza. Se había quedado sin trabajo y estaba deprimida. «Quiero tener amigos y trabajar. Quiero ser optimista», dijo.
La mujer de 37 años también compartió su deseo de encontrar un hombre amable y casarse.
Naraa comprendió que tomar la decisión de seguir a Jesús no significa que los problemas van a desaparecer súbitamente, o que de pronto la vida comenzará a ser perfecta. Pero el mensaje de Franklin Graham le habló al corazón y ella creyó que Dios la amaba.
Naraa decidió entregar su vida a Jesús y, al salir del estadio el domingo por la noche, Naraa se llevó a casa una nueva y brillante esperanza.
Ciudadanos del cielo
Tsengel Ayush, congregante de una iglesia y una de las muchas voluntarias en el Festival, tiene un gran deseo de que otros encuentren la esperanza que ella tiene. Al aceptar a Cristo como su Salvador a los 18 años, se convirtió en una de las primeras cristianas de Mongolia a principios de la década de 1990.
Esta madre de tres hijos y esposa de un pastor dice que Ulán Bator no es un lugar fácil para vivir. Los inviernos son duros. De hecho, su ciudad es la capital más fría del mundo. El maltrato doméstico es un gran problema, y muchos están endeudados porque los salarios son bajos y los gastos son muy altos.
Aunque estas y otras cosas están fuera de su control, Ayush confía el futuro de su ciudad en las manos de Dios. Y también ora por los que han encontrado la Verdad este fin de semana, para que continúen creciendo en su fe y mantengan sus ojos en lo eterno.
En Filipenses 3:20, la Biblia dice: «En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo».
Este fin de semana, muchos de los presentes en la Arena Steppe tomaron la decisión de creer en Jesucristo, y se aseguraron así de tener un lugar en el cielo.
«Este Festival es una gran inversión en la iglesia, en el cuerpo de Cristo en Mongolia», dijo Ayush. «Estoy orando para que los que escucharon el Evangelio no se aparten del mismo, y para que el Cuerpo de Cristo siga multiplicándose y teniendo un impacto contundente en las generaciones futuras».
Antes de abandonar el escenario el domingo, Franklin Graham agradeció a Dios por la gran cosecha de creyentes.
Sonriendo, dijo: «Amamos su país y los amamos a ustedes. Alabamos a Dios por lo que ha hecho aquí esta noche».
*Nombres cambiados por privacidad.