En la segunda noche del Festival Esperanza CDMX con Franklin Graham, más de 2000 personas de la Ciudad de México encontraron la paz, el amor y el perdón que habían venido buscando.
Muchos habían buscado respuestas en el entretenimiento, las relaciones y las drogas. Incluso en la religión.
Muchos otros habían perdido toda esperanza.
Pero Dios obró de forma poderosa para que muchos pudieran llegar a este evento donde escucharon el mensaje del amor y el perdón de Dios.
Y ahí, casi sin esperarlo, tuvieron un encuentro personal con Jesucristo.
Para presentar el Evangelio, Franklin Graham contó la historia de un rey bíblico llamado Manasés, quien pecó de innumerables maneras contra Dios.
«Era uno de los peores personajes de toda la Biblia», explicó Graham. Y a causa de su pecado, Dios hizo que Manasés lo perdiera todo y fuera tomado prisionero por fuerzas enemigas.
«Pero ahí, en la soledad de su prisión, Manasés se arrepintió».
La Biblia dice que Manasés «oró al Señor, y él escuchó sus súplicas. Así Manasés reconoció que solo el Señor es Dios» (2 Crónicas 33:13, NVI).
Con base en este relato, Graham invitó a los presentes a arrepentirse de sus pecados y poner su confianza en la salvación que Cristo consiguió para los pecadores por medio de la cruz.
«La religión no puede salvarte. Tu iglesia no puede salvarte. Tu pastor no puede salvarte. Nadie puede salvarte. Solo Dios puede salvarte si vienes a Él a través de la fe en su Hijo, Jesucristo.
»Si nunca has confiado en Jesucristo como tu salvador, ven a Jesucristo, porque no hay otro camino. Ven a Él», dijo Graham.
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Pasos lentos hacia los pies de Cristo
Entre el río de gente que se adelantaba hacia el frente, Ari avanzaba lentamente y con dificultad.
Ari vio un anuncio acerca del Festival Esperanza CDMX en las calles, y sintió un gran deseo de asistir. Sin embargo, a causa de un problema de salud en sus pies que muchas veces le impide caminar, ella no pensó que conseguiría llegar.
Ella había escuchado la radio cristiana, por medio de la cual Dios comenzó a plantar semillas en su corazón. «Incluso me empecé a aprender muchas canciones, y me gustaba todo lo que escuchaba y así fui aprendiendo», compartió.
A pesar de que parecía imposible que Ari pudiera llegar al evento en sus propias fuerzas, ella le pidió a Dios que la ayudara. «Y mira, aquí estoy. Dios hizo todo. Él abrió todas las puertas», dijo.
Y aunque ella había escuchado pequeños mensajes del amor de Dios en la radio, ella nunca había orado para confesar a Jesús como su Señor y Salvador.
Pero tras la proclamación del Evangelio por parte de Franklin Graham, ella decidió ponerse de pie y pasar al frente.
«Mira, logré caminar. Me paré y fui al frente y le dije a Dios: “Aquí estoy para ti”», compartió Ari con lágrimas en los ojos.
«Sentí el amor de Dios. Aunque la verdad estoy cansada de luchar, siento que me voy renovada, llena de esperanza, de fuerza. No me voy a rendir y quiero aprender más de la Palabra».
Una vida nueva
Muchos pastores y líderes de las iglesias lloraron conmovidos al ver a gente como Ari acercarse al frente para hacer un compromiso con Jesucristo.
Habían trabajado y orado arduamente durante más de un año con el único deseo de ver a la gente venir a los pies de Cristo.
«Es que no hay nada como ver a la gente pasar al frente para recibir a Cristo», compartió Jocabed Bazaldúa, una de las coordinadoras de voluntarios en el evento. «Es ese momento tan especial en que vemos la obra de Dios».
Otros que pasaron al frente fueron Santiago y Abril. La pareja de jóvenes de 18 años avanzó con paso firme, pero visiblemente conmovidos. Y se tomaron de la mano al orar juntos para confesar el Nombre de Cristo.
Abril había venido saliendo con Santiago desde hace ocho meses, y todo este tiempo había orado para que Él llegara a tener una relación con Cristo.
Lo invitó a la iglesia en repetidas ocasiones, sin embargo, el mensaje no parecía penetrar el endurecido corazón de Santiago.
«Pasamos por muchas dificultades, pero yo pensé que valía la pena con el propósito de que él llegara a conocer el amor de Dios. Y hoy lo aceptó. Esto no había pasado», compartió Abril, mientras apretaba la mano de su novio.
«La verdad es que yo no quería creer», confesó Santiago. «Pero hoy sentí que algo me atraía. Sentí que tenía que pasar al frente. Quería pedir perdón y hoy me abrí a recibir una nueva vida».
Abril sabe que Santiago aún tiene un largo camino por recorrer en su nueva fe, pero confía en que Dios será fiel hasta el final.
«Mi confianza no está en Santiago. Está en Dios. Creo en lo que Dios está haciendo en su vida, y sé que Él está en control».