El 15 de junio, más de 4000 mujeres fueron testigos de un poderoso mover de Dios en la ciudad tropical de Maturín, Venezuela. Se reunieron para la conferencia Mensajeras de Esperanza en la que alabaron a Dios y escucharon un mensaje que les recordó sobre el infinito poder y amor de Dios. Salieron inspiradas para compartir el Evangelio en sus comunidades.
«Mujeres de orígenes muy diversos se reunieron, sedientas de recibir más de Dios», dijo Enrique Villa, coordinador general del Festival. «Y a través de su Palabra, Dios les recordó que no importa por lo que estén pasando, Él es la fuente de su fortaleza. Salieron de ese lugar fortalecidas por dentro y listas para ir e invitar a muchos a venir al Festival para escuchar el Evangelio».
El evento se realizó justo a tiempo, mientras en la ciudad ubicada al noreste de Venezuela
El evento se realizó justo a tiempo, mientras crece la expectativa por el Festival de la Familia con David Ruíz, evangelista de habla hispana de la Billy Graham Evangelistic Association. Por invitación de las iglesias locales, el festival llegará este fin de semana a la ciudad ubicada al noreste de Venezuela con el único objetivo de compartir el mensaje de que la verdadera esperanza solo se puede encontrar en Jesucristo.
Durante los últimos meses, los cristianos han estado invitando a sus amigos y vecinos a asistir al Festival. Pero después de la conferencia de mujeres, «ellas salieron a las calles como en olas de alegría a invitar a muchos más», dijo Villa. «Estas mujeres se organizaron en equipos para ir a todas las regiones y sectores de su ciudad, compartiendo el Evangelio a su paso e invitando a todos a asistir al Festival».
Rosemary fue parte de esas «olas». En los últimos años ella enfrentó muchas más pruebas de las que creía poder soportar. Problemas personales y de salud sacudieron su fe y, en ocasiones, parecían estarla llevando al borde del colapso.
«Pero mi Señor estuvo a mi lado en todo momento», afirmó Rosemary.
Aunque sus afecciones físicas la tienen ahora atada a una silla de ruedas, no dejó que eso le impidiera salir a la calle para invitar a la gente al Festival.
«Una cosa que me llevé de la conferencia es que, aunque pasemos por dificultades como la que estoy atravesando, puedo confiar en que Dios está obrando en mí», compartió Rosemary.
Un grupo de mujeres compartió cómo salieron a la calle llenas de gozo, alabando a Dios mientras caminaban.
«Fuimos incluso a las zonas más remotas, donde no hay pavimento ni aceras», dijo una de ellas. «Invitamos a los no creyentes, animamos a los que ya son creyentes. Lo que Dios está haciendo es incomparable. Hoy podemos ver que la unidad de la iglesia está en el centro de la voluntad del Señor».
Y muchas de ellas, como Rosemary, se están dando cuenta de que cuando Dios las usa para bendecir a otros, ellas mismas reciben la mayor bendición.
«Él está escribiendo mi historia. Salga o no de esta silla de ruedas, sé que en mi espíritu estoy de pie en Cristo Jesús».