En la Ciudad de México, el sábado por la noche, miembros de más de 2000 iglesias se dieron cita en el Palacio de los Deportes. Llevaban consigo amigos y familiares que aún no tenían una relación personal con Cristo, y fueron anhelantes, ansiosos por ver cómo Dios tocaría los corazones de sus invitados.
Tras ingresar al recinto, se les podía ver juntando las manos y susurrando oraciones, pidiendo a Dios que se moviera de una forma poderosa.
Más tarde, Dios respondió a esas oraciones cuando ríos de gente se dirigieron a la parte delantera del escenario desde todas partes de la arena en respuesta a la invitación de Franklin Graham a recibir a Jesucristo por la fe.
En total, más de 2000 personas se comprometieron a seguir a Cristo en la primera noche de Esperanza CDMX.
Para presentar las Buenas Nuevas, Franklin Graham usó la historia bíblica de Daniel capítulo 5, en la que Belsasar, un rey babilonio recibe el juicio de Dios por haber pecado.
«Así como Belsasar, nosotros somos culpables. Al igual que Belsasar, tú y yo hemos sido puestos en la balanza y no pesamos lo que deberíamos pesar», explicó Graham.
«Somos culpables de idolatría, orgullo, fornicación, blasfemia, embriaguez y quizá de mucho más… Nuestro problema es el pecado. Estamos separados de Dios, todos somos culpables y la sentencia es la muerte. Todos estamos condenados porque somos pecadores».
Y con base en el mensaje bíblico del Evangelio, Graham explicó a los presentes que Jesús vino a salvarnos de nuestros pecados y en la cruz llevó sobre sí el castigo de toda la humanidad.
«Si estás dispuesto a confesar tus pecados, arrepentirte de ellos y creer en el nombre del Señor Jesucristo, puedes estar seguro de que tu alma estará a salvo y segura en las manos de Dios», animó Graham a la audiencia.
Hacia el final del evento, más de 2000 personas se pusieron de pie y pasaron al frente para manifestar su deseo de rendir sus vidas a los pies de Jesucristo en la primera noche del Festival Esperanza CDMX.
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De las calles a los pies de Cristo
Desde la parte trasera de la sede, Luis escuchó atentamente el mensaje del perdón y el amor de Dios que proclamó Graham.
Y en medio de la más profunda desesperanza, la luz del Evangelio brilló en su corazón y lo llevó a ponerse de pie y pasar al frente para hacer un compromiso con Jesucristo.
Cuando Luis tenía apenas 8 años, el abandono de su madre y el maltrato que recibió por parte de otros familiares lo obligaron a comenzar a vivir en las calles, donde padeció frío, hambre y toda clase de carencia. En las calles también aprendió comportamientos destructivos y por poco muere a consecuencia de las adicciones.
«Yo vine a buscar a Dios, y lo que se dijo aquí me dio esperanza de que Dios puede arreglar mi vida», compartió.
Algunos miembros de su familia lo habían introducido al Evangelio a muy corta edad, y ahora, a sus 27 años, él se sintió convencido de que tendría que acercarse a Dios si quería encontrar la esperanza de llevar una vida mejor.
Cuando vio la publicidad de Esperanza CDMX, no dudó en asistir.
«Sí, yo pasé al frente y puse mi fe en Jesús. Me gustaría encontrar una iglesia que me ayude a aprender más de esto de la fe».
Perseguidos por Dios
Leonardo y Sarahí habían tenido problemas en su matrimonio desde hacía muchos años. Pero a pesar de que buscaron ayuda en muy diversas fuentes, los problemas continuaron empeorando.
Hace menos de un año, Leonardo rindió su vida a Cristo y comenzó a crecer poco a poco en su fe al asistir a una iglesia local. Sin embargo, Sarahí no mostró interés en acompañarlo.
«Yo me resistía a Dios. No es que no creyera en Dios, pero no podía rendirme delante de Él», compartió Sarahí.
Entonces, Leonardo comenzó a orar por su esposa y por su matrimonio.
«Hace 6 meses fue cuando empecé a orar fervientemente por ella».
Y cuando Leonardo se enteró del Festival, no dudó en pedirle a Sarahí que lo acompañara.
«Yo confío plenamente en Dios y sé qué fue Él quien nos trajo aquí. Esta fue la oportunidad perfecta para rendirnos juntos a Dios y entregarle nuestro matrimonio».
Sarahí decidió rendir su matrimonio a los pies de Cristo, pero también tomó una decisión mucho más importante.
«Hoy me rendí. Hoy acepté que tengo muchos pecados y que Dios es el único que sabe cada uno de ellos. Hoy decidí confiar en Jesús», dijo.
«Confío en que a partir de hoy nuestro matrimonio tendrá gran bendición. Este es un parteaguas para nosotros», dijo Leonardo mientras sonreía y abrazaba a su esposa.