¿Castiga Dios a los hijos por los pecados de los padres?

¿Es verdad que Dios castiga a nuestros hijos por las cosas malas que hicimos nosotros? He escuchado a algunas personas decir eso, pero a mí no me parece muy justo.


La gente solía enviar una gran cantidad de preguntas a Billy Graham. Durante décadas, Él respondió a un sinnúmero de ellas en una columna periodística sindicada llamada «Mis Respuestas». Esta es una de ellas.

Solo nosotros somos responsables por nuestros pecados. Solo nosotros responderemos ante Dios por las cosas que hicimos (o no hicimos). No podemos culpar a nadie más: solo nosotros debemos cargar con nuestra culpa, pues solo nosotros pecamos. La Biblia afirma: «Ningún hijo cargará con la culpa de su padre, ni ningún padre con la del hijo» (Ezequiel 18:20).

Tristemente, sin embargo, los hijos a veces deben cargar con el dolor de la desobediencia de sus padres. El hijo de un padre alcohólico, por ejemplo, quizá llevará sobre sus hombros una carga de soledad y resentimiento. Una madre negligente podría causar un profundo daño psicológico a sus hijos. El pecado siempre tiene consecuencias amargas, no solo en nuestras vidas, sino también en las de nuestros hijos.

Por supuesto, no debería ser de esta forma. Dios nos confió a nuestros hijos para que los criemos con amor y sabiduría y para que les seamos ejemplo de un carácter piadoso y de disciplina. La Biblia enseña: «Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará» (Proverbios 22:6).

Sin embargo, incluso si la crianza que nos dieron nuestros padres no fue perfecta (e incluso si fue mala), todo ese dolor debe recordarnos de nuestra necesidad de Dios. Su amor por nosotros nunca se acaba (aun cuando el de nuestros padres sí). Él quiere convertirnos en hijos suyos para siempre, sanar el dolor de nuestro corazón y mostrarnos cómo criar a nuestros hijos conforme al plan de Dios. Asegúrate de que Cristo sea el fundamento de tu vida y tu familia. La Biblia sostiene: «Porque nadie puede poner un fundamento diferente del que ya está puesto, que es Jesucristo» (1 Corintios 3:11).

>> Reconcíliate con Dios hoy y deja que Él sane tu corazón.