Tengo una amiga que está preocupada por su salud todo el tiempo. Aunque se trate de algo mínimo, ella está convencida de que debe ser algo serio y visita al doctor con frecuencia. Yo le he dicho que no debe preocuparse tanto, pero no parece que eso haya ayudado. ¿Cómo puedo ayudarla?
La gente solía enviar una gran cantidad de preguntas a Billy Graham. Durante décadas, Él respondió a un sinnúmero de ellas en una columna periodística sindicada llamada «Mis Respuestas». Esta es una de ellas.
No necesariamente está mal preocuparnos por nuestra salud y estar alerta con respecto a posibles problemas de salud que podríamos tener. Dios nos dio nuestros cuerpos y quiere que los cuidemos. En la Biblia, leemos: «Honren con su cuerpo a Dios» (1 Corintios 6:20).
Sin embargo, tampoco debemos estar demasiado absortos en nuestros cuerpos o dejar que ellos sean los que nos controlen (en lugar de controlarlos nosotros a ellos). ¿Es ese el caso de tu amiga? Tal vez sí, aunque sospecho que su problema podría ser más profundo que eso y podría incluso tener un aspecto espiritual. Pongámoslo de esta manera: ¿qué es lo que ella teme en realidad? ¿Es la discapacidad? ¿Es el dolor y el sufrimiento? ¿Teme perder el control y tener que depender de la ayuda de otros? ¿O acaso teme la muerte?
Cualesquiera sean sus temores, anímala a enfrentarlos y, luego, a entregárselos a Dios. Dios la ama. Cuando conocemos a Cristo y hemos puesto nuestra fe y confianza en Él, sabemos que Él nunca nos abandonará. Si ella nunca lo ha hecho, aliéntala a entregarle su vida a Cristo hoy. Recuerda: el temor huye a la luz del amor de Dios.
Luego, anímala a volverse a Cristo cada día y a poner su confianza en Él, sin importar lo que suceda. La Biblia asevera: «Aun en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré» (Isaías 46:4).