Me han dicho que debería estar creciendo en fe, pero no creo que eso esté sucediendo. A lo mejor es porque no entiendo bien lo que eso significa. ¿Se me está olvidando algo?
Es cierto, la voluntad de Dios para nosotros es que crezcamos en fe. Solo entonces podremos resistir las tentaciones del enemigo y solo entonces Dios podrá utilizarnos en la mayor medida posible. La Biblia dice: «Más bien, crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A Él sea la gloria ahora y para siempre! Amén» (2 Pedro 3:18).
Recuerda: cuando venimos a Cristo, la Biblia dice que somos como recién nacidos. Pero el nacimiento es solo el principio para cualquier ser humano; un niño no está destinado a ser un bebé para siempre, sino a crecer y fortalecerse hasta alcanzar la madurez. Lo mismo es cierto para los creyentes. Cuando venimos por primera vez a Cristo somos como recién nacidos espiritualmente, pero no estamos destinados a permanecer de esa forma. El plan de Dios para nosotros es que crezcamos en fe y que al crecer en el conocimiento de Dios, el Espíritu Santo nos transforme para ser más como Cristo.
¿Cómo sucede esto? Sucederá cuando hagamos uso del alimento espiritual que Dios ha provisto para nosotros. ¿Y qué es ese alimento? Primero, Dios nos ha dado la Biblia; a través de ella aprendemos más acerca de Él y de su voluntad para nuestras vida. Dios también nos ha regalado el privilegio de la oración. Adicionalmente, nos ha dado la comunión con otros creyentes. Si cualquiera de estos tres elementos falta (la Palabra de Dios, la oración y la comunión), nuestro crecimiento se verá atrofiado.
Que tu meta sea el crecer en fe. Aparta tiempo cada día para estar a solas con Dios, leyendo las Escrituras y en oración, y pídele que te guíe a una iglesia en donde puedas oír su Palabra y tener contacto con otros creyentes.