¿Por qué Dios no elimina el sufrimiento de este mundo? Si tiene el poder para hacerlo, ¿por qué no lo usa para el bien de la humanidad?
Si Dios erradicara la maldad de este planeta, tendría que erradicar a todas las personas malvadas. ¿Quién quedaría con vida? La Biblia afirma: «Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios» (Romanos 3:23). «No hay un solo justo, ni siquiera uno» (Romanos 3:10).
Para muchos, esta es una verdad difícil de aceptar, pues por naturaleza humana las personas creen que son fundamentalmente buenos y que solo «algunos» son presas de la maldad. Sin embargo, la verdad es que la maldad está en el corazón humano, y Dios prefiere transformar a las personas malvadas antes que erradicarlas.
Se cuenta la historia de un hombre que estaba sentenciado a muerte, pero cuya sentencia fue modificada justo antes de la ejecución. Su experiencia cercana a la muerte lo condujo a buscar una relación con Cristo y así encontró en Él la salvación. Aunque de todas formas tendría que pasar toda su vida en la cárcel, se convirtió en alguien que dedicó el resto de su vida a compartir su testimonio sobre lo que el Señor hizo en su vida. En lugar de morir (ser erradicado), fue transformado y gloriosamente salvado, y encontró así un propósito para vivir.
Si Dios eliminara toda la maldad de este mundo (dejando al ser humano en él), entonces la esencia humana desaparecería. Los seres humanos se convertirían en robots.
Si Dios «programara» al ser humano para que solo pudiera realizar buenas obras, las personas perderían su libre albedrío y quedarían reducidas al estado robótico.
Dios creó al ser humano con la capacidad de amar; los robots no aman. Podría programarse al ser humano para que ame, pero el elemento esencial del amor, que es la voluntad, se perdería. Si se forzara al ser humano a hacer el bien, se eliminaría el sufrimiento, pero también se eliminaría el amor.
El amor de Dios por el ser humano es lo que hace que Él no elimine el mal de este mundo demostrando su poder, sino por medio de Su obra en la Cruz por la humanidad. La esperanza de la humanidad está en la transformación.
(Esta repuesta está basada en las palabras y escritos del Reverendo Billy Graham).