¿Sería un pecado casarme con alguien que no comparte mi fe?


Déjame hacerte una pregunta: ¿Qué tan en serio tomas tu fe? ¿Es simplemente una tradición heredada por tus padres? ¿algo en lo que no has pensado mucho? ¿O solo es una creencia pasajera que realmente no afecta el modo en el que vives?

De ser así, mi oración es que hagas un alto total y te preguntes qué lugar debería tener Dios en tu vida. Si Él te creó (y sí, lo hizo)… Si envió a su único Hijo al mundo a morir por ti (y sí, lo hizo)… Si Él te ama y quiere pasar la eternidad contigo en el cielo (Y sí, eso quiere). Entonces, ¿no crees que Dios merece ser el centro de tu vida? Sí, lo merece.

Permíteme ponerlo de otra manera. El pecado más grande que alguien puede cometer es ignorar a Dios, es decir, actuar como si Él no importara, o tratar su voluntad para nuestra vida con desprecio. Este es el pecado por el que deberías estarte preocupando por encima de cualquier otra cosa, porque este es el pecado que puede separarte de Dios para siempre.

Pero, ¡no debe ser así! Dios te ama; Él te ama con un amor tan profundo que estuvo dispuesto a dar a su único Hijo para que muriera por ti y pagara la pena por tus pecados en la Cruz. La decisión más importante que jamás harás es tu decisión de seguir a Cristo —y oro para que tomes hoy esa decisión—. Una vez que hayas tomado esta decisión, no te conformes con nada menos que la perfecta voluntad de Dios para tu matrimonio. Busca un(a) esposo(a) que ame a Cristo y quiera servirle a Él por sobre todas las cosas.

«Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas» (Mateo 6:33).

>> ¿Deseas hoy tomar la decisión de seguir a Cristo?