Billy Graham: Lo quiero ahora

Una vez vi un gran anuncio en el periódico que decía: «Lo quiero ahora». Se refería a que podías comprar un artículo ahora y pagarlo después. Así es como la mayoría de nosotros compramos cosas hoy en día. Vivimos en una época que creo que puede pasar a la historia como «la civilización instantánea».

Café instantáneo. Sopa instantánea, comidas instantáneas en hornos microondas: todo es instantáneo. No queremos trabajar para conseguirlo. No queremos esperar. No queremos hacerlo a la manera de Dios. Lo queremos ahora. 

Es similar a la historia de Esaú. Llegó del campo y tenía hambre. Vio a su hermano con un poco de estofado, y dijo: «Quiero un poco de eso». Su hermano, Jacob, le dijo: «Si me das tu primogenitura, te daré un poco de estofado» (ver Génesis 25:29-34). 

La primogenitura tenía un significado de primera importancia. Pero Esaú tenía tanta hambre que vendió su primogenitura a su hermano para conseguir lo que quería en ese momento.

Una vez, cuando Israel estaba en guerra, David no fue a dirigir la batalla como lo hacía normalmente. Se quedó en casa. Mientras estaba en su palacio, miró al otro lado y vio a una hermosa mujer tomando un baño. Y dijo: «La quiero; la quiero ahora». Era la esposa de otro hombre. 

David era un hombre conforme al corazón de Dios, un hombre de Dios. Y aun así, mandó matar al marido de esa mujer. Fue culpable de asesinato y adulterio. Intentó encubrirlo, hasta que el profeta Natán fue a verlo y le dijo: «¡Tú eres ese hombre!» (2 Samuel 12:7, NVI). Entonces David pudo confesar su pecado y mostró arrepentimiento. Pero nunca volvió a recuperar su estatura. A partir de ese momento, algo siempre pareció faltar en su vida. 

El hijo de David, Absalón, dijo lo mismo. Dijo: «No quiero esperar a que mi padre muera para que pueda tener la oportunidad de heredar el trono. Quiero ser rey ahora». Así que se rebeló contra su padre.

En la parábola de Jesús sobre el hijo pródigo, había un padre con dos hijos. Y el más joven sabía que le esperaba una herencia. Aproximadamente un tercio de la herencia de su padre sería para él, y dos tercios para su hermano mayor. No le gustaba vivir en una granja, así que pidió su herencia. Dijo: «La quiero ahora». 

«¿Sabes quién eres en realidad? Estás hecho a imagen de Dios. Fuiste hecho para glorificar a Dios. Fuiste hecho para Dios, y sin Dios hay un espacio vacío en tu vida. Pero ese vacío podría llenarse ahora mismo, si tan solo decides rendir tu vida a Jesucristo».

Y lo consiguió. Gastó su herencia en una vida desenfrenada, y terminó en un chiquero, vacío y desilusionado. Todos sus amigos lo habían abandonado. 

Verás, el diablo también paga sueldos. Sirve al diablo, y él te pagará. Te hará las promesas más hermosas que jamás hayas oído. La oferta de Satanás siempre está revestida con el envoltorio más hermoso y brillante. Pero él es un mentiroso y el padre de la mentira, según lo dijo el Señor Jesucristo. 

Y el diablo puede estar mintiéndote ahora mismo. Te está susurrando al oído. Te está diciendo que su camino es mejor que el camino de Dios. Pero muchas personas, que aparentemente tienen todo por qué vivir, mueren desilusionadas y desesperadas, temerosas y amargadas. Satanás promete el mundo, pero da un corazón vacío y un alma vacía y perdida. Y como resultado acabas en el juicio y en el infierno. 

Muchas personas buscan el placer instantáneo en lugar de la verdadera felicidad. Una famosa estrella de cine dijo en una entrevista de televisión: «Yo solo quería encontrar un poco de felicidad. Y he encontrado un poco de ella aquí y allá, pero no mucha». 

Uno de los grandes bailarines de ballet del mundo, al final de una entrevista, bajó la mirada y dijo: «Sabes, realmente estoy buscando mi yo espiritual. Realmente no sé quién soy». 

¿Sabes quién eres? ¿Has encontrado tu yo espiritual? ¿Tienes tal relación con Jesucristo que hay gozo, paz y felicidad en tu vida? ¿Has recibido el perdón de tus pecados y el conocimiento de que si murieras en este momento, irías al Cielo? ¿Lo sabes? Si no lo sabes, puedes asegurarte hoy. 

Dices: «Bueno, soy miembro de la iglesia. He sido confirmado». Pero en el fondo de tu corazón, sabes que Cristo no es tu Señor y Salvador. Porque Señor y Salvador deben ir juntos. Señor significa rey. Significa que Jesús está en el trono de tu vida, que Él es el Rey en cada área de tu vida. 

Billy Graham predica en South Bend, Indiana, en 1977, donde pronunció este mensaje por primera vez.

¿Sabes quién eres en realidad? Estás hecho a imagen de Dios. Fuiste hecho para glorificar a Dios. Fuiste hecho para Dios y sin Dios hay un lugar vacío en tu vida. Pero ese vacío podría llenarse ahora mismo, si tan solo decides rendir tu vida a Jesucristo.

En 2 Timoteo 3:1-2,4, Pablo dijo: «… en los últimos días vendrán tiempos difíciles. La gente estará llena de egoísmo y avaricia; serán… más amigos del placer que de Dios». Buscamos placer, felicidad y diversión, y los obtenemos temporalmente. Pero luego viene la mañana siguiente. Después del exceso, viene la resaca.

Por otro lado, el salmista dijo: «Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha» (Salmo 16:11). El salmista no habla del placer de un momento, sino de dicha eterna.

Las únicas personas que conozco que realmente tienen completo placer, felicidad y gozo son aquellos que conocen a Jesucristo. Sí, hay lágrimas y problemas y dificultades. No es fácil ser cristiano. Pero cuando el Espíritu Santo toma control total de ti, se convierte en la vida más excitante, más emocionante, más desafiante y más llena de aventuras del mundo. 

La gente de hoy también busca sexo instantáneo en vez de amor verdadero. Dicen: «Lo quiero ahora. No estoy dispuesto a esperar al amor verdadero». Tienen amor erótico, pero del amor agape, es decir, el tipo de amor con el que Dios ama, no saben nada. 

Vengan a Cristo y encuentren el verdadero amor. 

Y buscan la riqueza instantánea en lugar de los verdaderos tesoros. Vivimos en la sociedad más opulenta que el mundo haya conocido. Cuando vuelvo a Estados Unidos tras mis viajes al extranjero, no puedo creer la riqueza que hay en este país. Mucha gente pobre de todo el mundo dice: «Lo quiero, y lo quiero ahora». 

Yo he intentado decirles que toda la riqueza de Estados Unidos no nos ha convertido en una nación feliz. No ha resuelto nuestros problemas. Porque la verdadera riqueza es la riqueza espiritual. Jesús dijo: «… ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! (…) Le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios» (Marcos 10:24-25).

Una persona rica puede llegar al Cielo. No hay nada malo en ser rico si lo has conseguido honestamente, si eres un buen administrador y si lo compartes. Pero algunos quieren obtenerlo, y obtenerlo ahora. Y por eso mienten, engañan y roban.

«El que confía en sus riquezas se marchita», dice la Escritura (Proverbios 11:28). Nunca he visto un funeral en el que, detrás de la carroza fúnebre, hubiera un remolque cargado de cosas yendo hacia el cementerio. No nos podemos llevar nada. 

Jesús dijo: «No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar» (Mateo 6:19-20). 

Te pregunto: ¿Tienes tesoros en el Cielo? ¿Cómo está tu cuenta bancaria en el Cielo? Si tienes una gran cuenta bancaria en el infierno, será mejor que cambies de banco. Lo digo en serio. No te lo puedes llevar contigo. Lo tendrás que dejar todo atrás. 

Y lo único que cuenta es tu relación con Jesucristo.

«Las únicas personas que conozco en cualquier lugar que realmente tienen completo placer, felicidad y alegría son aquellos que conocen a Jesucristo».

Dios dijo a través de Isaías: «Vengan, pongamos las cosas en claro —dice el Señor—. ¿Son sus pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve! ¿Son rojos como la púrpura? ¡Quedarán como la lana!» (Isaías 1:18). 

¿No sería maravilloso tomar hoy todos tus pecados color escarlata y tenerlos tan blancos como la nieve? Jesús puede hacerlo. «… y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado» (1 Juan 1:7).

La palabra más grande en todo el mundo es perdón. ¿Has sido perdonado? ¿Estás seguro de ello? ¿Estás seguro de que Dios te ha perdonado? Por eso Cristo murió en la cruz, y por eso resucitó, para que tú pudieras ser perdonado.

La Biblia dice: «Este es el momento propicio de Dios; ¡hoy es el día de salvación!» (2 Corintios 6:2). Ven a Jesús ahora. 

Cuando estaba predicando hace unos meses, había dos jóvenes de 18 años de edad en la audiencia. Cuando hice el llamado al arrepentimiento, se volvieron el uno al otro y dijeron: «¿Vamos?». Uno dijo: «Sí», y el otro dijo: «No». Hablaron un poco, y finalmente ambos decidieron aceptar a Cristo. Unas semanas después, volaban en avión. Quedaron atrapados en una tormenta en las montañas. El avión se estrelló, y ambos fueron a la presencia de Cristo. ¿Y si hubieran dicho «no»? ¿Y si lo hubieran pospuesto? Veré a esos dos chicos en el Cielo solo porque una noche vinieron a Cristo.

Ahora es tu momento, en este instante. ¿Que si yo creo en la salvación instantánea? Claro que sí. Abre tu corazón a Cristo ahora mismo. 

Dile «sí» a Él.

Tú puedes ser salvo hoy

No desperdicies tu vida buscando el placer instantáneo, las riquezas o cualquier otra cosa. Acércate a Jesucristo y encuentra gozo para siempre. Primero, confiesa tu pecado y apártate de él. Segundo, recibe a Jesús como tu Señor y Salvador, y pon tu fe en que solo Él puede salvarte. Puedes hacerlo ahora mismo, donde sea que estés. Puedes hablar con Jesús en cualquier lugar. Él promete venir a vivir en ti y transformar tu vida. Si te rindes delante de Cristo, tú puedes tener una nueva vida y un nuevo comienzo.

COMIENZA SIMPLEMENTE HABLANDO CON DIOS.

Puedes hacer una oración como la siguiente, pero debes hacerla con todo tu corazón. 

«Dios, sé que soy un pecador. Me arrepiento de mi pecado. Quiero apartarme de mi pecado. Por favor, perdóname. Creo que Jesucristo es tu Hijo; creo que murió en la cruz por mi pecado y que Tú lo resucitaste. Quiero que Él entre en mi corazón y tome el control de mi vida. Quiero confiar en Jesús como mi Salvador y seguirlo como mi Señor desde este día en adelante. En el nombre de Jesús. Amén».

Si hiciste esta oración, o si tienes dudas, estamos aquí para apoyarte, para orar y para conversar contigo.

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