Tercera semana: Herodes y Jerusalén
Las personas que participaron en la historia de la Navidad experimentaron cosas que nunca se habían visto antes y que no se han visto desde entonces. En este tiempo de Adviento, veremos algunos de estos personajes bíblicos, estudiando cómo respondieron al nacimiento del Mesías y cómo aplicar las lecciones que cada uno de ellos nos enseñan en nuestras vidas hoy.
Este contenido fue extraído del libro de Will Graham In the Presence of the King [En presencia del Rey].
Lectura bíblica: Mateo 2:1-3
Mientras que el nacimiento de Jesús trajo alegría y paz a María y a los pastores, para el rey Herodes representó el peor escenario posible. A través de extensas alianzas, innovaciones y artimañas, Herodes había tenido un reinado exitoso en términos generales, pero ahora que estaba cerca del final de su vida, se había vuelto paranoico, celoso, enojado y desquiciado.
Estaba tan desesperado por mantener su trono que asesinaba a cualquiera que considerara una amenaza, incluso a su propia familia. Se dice que mató a su amada esposa Mariamne y a los dos hijos de ésta, así como a su hermano, su madre y su abuelo, antes de finalmente asesinar a su propio hijo primogénito, Antípatro.
Teniendo en cuenta esto, no es de extrañar que Herodes se aterrorizara cuando los sabios de Oriente llegaron a Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el que ha nacido Rey de los judíos?».
Puedo imaginar a Herodes forzando una sonrisa tensa en su rostro mientras hablaba con los magos. «—Vayan e infórmense bien de ese niño y, tan pronto como lo encuentren, avísenme para que yo también vaya y lo adore», mintió, tratando de ocultar el odio y el temor que bullían en su interior (Mateo 2:8).
Probablemente se despidió amistosamente de los reyes magos antes de excusarse para dirigirse a otra habitación, en la que dejó estallar sus verdaderas emociones. Me lo imagino arrojando jarrones de valor incalculable y rasgando sus ropas, arrancando tapices de la pared y volcando mesas. Finalmente, se desplomó en su trono, respirando con dificultad, sin mirar nada en particular. «¿Cómo puede ser esto? ¡Yo soy el rey! Nadie, nadie, me quitará el trono. Él morirá primero».
Todo lo que tenía que hacer era esperar a que los extranjeros encontraran al bebé y le informaran de su paradero. Entonces, él se encargaría de este asunto antes de que el niño tuviera edad suficiente para gatear.
Conocemos las emociones que Herodes sentía, pero también se nos dice en este pasaje que toda Jerusalén estaba preocupada también. Conocían a Herodes lo suficiente como para entender que derramaría sangre inocente tratando de proteger su trono.
Por supuesto, eso es exactamente lo que sucedió. Después de que los sabios fueran advertidos en sueños de no volver a Herodes, el rey ideó un complot malvado y asesino. En un último intento de evitar esta posible insurrección, masacró a todos los niños menores de dos años en Belén y sus alrededores. Muchos niños inocentes murieron y muchas familias quedaron destrozadas y devastadas por las acciones del rey Herodes.
La llegada de Cristo preocupó mucho a Herodes, hasta el punto de la violencia, porque significaba un cambio de poder. Estaba acostumbrado a tener toda la autoridad y a que las cosas fueran de una manera determinada. Protegía agresivamente su gobierno y su reino. Pero el nacimiento de Jesús —el rey de los judíos– significaba que podría perder esas cosas que tanto apreciaba.
En la mente de Herodes, solo había lugar para un rey en el trono, y él no estaba dispuesto a compartirlo. La verdad es que Herodes tenía razón en algo: solo hay lugar para un rey en el trono, pero Herodes no era ese rey. ¡Jesús es el Rey!
Este año, ¿qué o quién está sentado en el trono de tu corazón? ¿Qué cosas estás elevando por encima de Jesús en tu vida? ¿Tal vez sea tu trabajo, tus relaciones, tus aficiones o tus vicios? ¿Tal vez estás viviendo de una manera que dentro de tu corazón sabes que no le agrada a Él? No cometas el mismo error que Herodes. Reconoce que Cristo es el Rey y entrégale hoy todo el control de tu vida.
Preguntas para conversar: Ya sea intencional o accidentalmente, ¿dirías que das prioridad a la celebración material de la Navidad (los regalos, las fiestas y las decoraciones) o a la celebración espiritual de la Navidad (concentrarte en el nacimiento de Jesús)? En tu vida diaria, ¿qué elementos elevas por encima de tu fe? ¿Cómo puedes reordenar tus prioridades en este tiempo de Adviento?
Oración: Querido Jesús, perdóname por no darte el control total de mi vida. Ayúdame a alejarme de las cosas que obstaculizan mi fe y a caminar totalmente rendido delante de tu luz. En tu nombre te pido, amén.
¿Estás preparado para que Jesús se siente en el trono de tu corazón? Tú puedes rendir tu vida delante de Él hoy.
Lectura bíblica: Mateo 2:1-3
1 Después de que Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, llegaron a Jerusalén unos sabios procedentes del Oriente.
2 —¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos? —preguntaron—. Vimos levantarse su estrella y hemos venido a adorarlo.
3 Cuando lo oyó el rey Herodes, se turbó, y toda Jerusalén con él.
Devocional de Adviento: Primera semana
Devocional de Adviento: Segunda semana