Devocional de Will Graham: Las buenas obras no abren las puertas del cielo

Lectura bíblica: Romanos 10:1-10

Tal vez eres una de esas personas que asiste a la iglesia, pero aún no conoces la libertad que solo Cristo puede ofrecer. Tal vez no has faltado ni un solo domingo, pero en lugar de vivir en la gracia de Dios, estás batallando todos los días tratando de ser «lo suficientemente bueno» para poder entrar al cielo.

Al leer los versículos iniciales de Romanos 10, me di cuenta de que ese pasaje incluye una breve lista de verificación que puede ser útil para diagnosticar este problema espiritual. Revisa las preguntas a continuación y analiza tu propia vida a la luz de ellas.

¿Tienes celo por Dios, pero no lo conoces verdaderamente? En Romanos 10:1-2, Pablo dice: «Hermanos, el deseo de mi corazón y mi oración a Dios por los israelitas es que lleguen a ser salvos. Puedo declarar en favor de ellos que muestran celo por Dios, pero su celo no se basa en el conocimiento».

Pablo entendía muy bien esta mentalidad. Él tenía un celo y una pasión aprendida por la verdad y por el conocimiento de Dios. No obstante, su celo no lo condujo hacia Jesús, sino que lo llevó a perseguir a la iglesia. Tenía conocimientos acerca de Dios, pero no lo conocía verdaderamente.

¿Has establecido tu propio estándar de justicia? Romanos 10:3 dice: « No conociendo la justicia que proviene de Dios y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios».

Aquellos que no entienden que la única forma de ser considerados justos delante de Dios es por medio de la obra de Cristo en la cruz, prefieren inventar su propio código moral. 

«Soy una buena persona. Nunca he matado a nadie y procuro hacer el bien». ¿Alguna vez has escuchado una justificación similar como razón por la que una persona cree que merece ir al cielo? Esta actitud no debería sorprendernos. Es el mismo método que emplearon los fariseos hace siglos cuando crearon una serie de leyes para producir su propia justicia, es decir, un código moral propio, que justificara su entrada al cielo.

¿Entiendes y aceptas la obra que Cristo llevó a cabo en la cruz? En Romanos 10:4 leemos: «Cristo es la culminación de la Ley para que todo el que cree sea justificado» [énfasis añadido].

Muchos de nosotros tratamos desesperadamente de vivir intentando seguir todas las reglas, y fallamos, pero Pablo dice que «Cristo es la culminación de la ley», es decir, la ley se ha cumplido a través de Cristo. Esa «culminación» también significa que, en Cristo, la búsqueda desesperada del hombre por la justicia, la perfección o la plenitud ha llegado a su fin. La justicia se encuentra al creer en Cristo y solo en Él.

Amigos míos, si realmente escudriñan su corazón y se dan cuenta de que su corazón no está en el lugar correcto con Cristo, los invito a leer [más abajo] los hermosos versículos de Romanos 10 que siguen a los que hemos mencionado anteriormente. En ellos leemos que no necesitamos buscar nuestra propia justicia en la cultura pop, en los medios de comunicación o en las cosas de este mundo, sino solo creer por fe en la provisión de Cristo.

En Romanos 10:9, esto se explica de la manera más claramente posible: «… que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo».

No importa si has asistido a la iglesia durante toda tu vida, o si la escala de medición de tu mente te dice que has hecho más bien que mal. Si nunca te has rendido completamente a Cristo, nunca has puesto tu fe en Él, y nunca has aceptado la libertad del pecado que Él nos ofrece, te invito a que lo hagas ahora. ¡Deja que Cristo te haga libre!

Y para aquellos que han encontrado la verdadera libertad en Jesús, por favor, comparte esta hermosa verdad con los que te rodean. Has recibido un don gratuito. Has recibido el perdón. ¡Compártelo!

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Lectura bíblica: Romanos 10:1-10, NVI

1 Hermanos, el deseo de mi corazón y mi oración a Dios por los israelitas es que lleguen a ser salvos. 

2 Puedo declarar en favor de ellos que muestran celo por Dios, pero su celo no se basa en el conocimiento. 

3 No conociendo la justicia que proviene de Dios y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios. 

4 De hecho, Cristo es la culminación de la Ley para que todo el que cree sea justificado.

5 Así describe Moisés la justicia que se basa en la Ley: «Quien practique estas cosas vivirá por ellas».

6 Pero la justicia que se basa en la fe afirma: «No digas en tu corazón: “¿Quién subirá al cielo?” (es decir, para hacer bajar a Cristo), 

7 o “¿Quién bajará al abismo?”» (es decir, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). 

8 ¿Qué afirma entonces? «La palabra está cerca de ti, la tienes en la boca y en el corazón». Esta es la palabra de fe que predicamos: 

9 que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. 

10 Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo.