Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios.
Juan 1:12
Si has tomado la decisión de seguir a Jesucristo y de creer en Él como tu Salvador, tu vida ha sido tocada directamente por la adopción: Dios mismo te ha adoptado como su hijo.
Muchos cristianos que deciden adoptar o acoger a un menor temporalmente te dirán que fueron inspirados a hacerlo como un reflejo del amor de Dios.
También es muy probable que te comenten que la decisión de adoptar o de acoger menores temporalmente nunca debe tomarse a la ligera. Siempre debe acompañarse de mucha oración, y deben considerarse todos los posibles escenarios en torno a una decisión que cambiará la vida de todos los involucrados para siempre.
Cada adopción es única, y es posible que se encuentren involucrados los sentimientos de muchos corazones —los del adoptado, la familia adoptiva y la familia biológica—, y con frecuencia es un viaje largo y difícil.
Sin embargo, una adopción exitosa es un hermoso acto de amor que brinda a un huérfano el inigualable regalo de un hogar seguro y una familia de pertenencia.
Mientras vivamos en este mundo roto y caído, los seguidores de Cristo están llamados a «atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones» (Santiago 1:27). Pero lo hacemos con la alegre esperanza de que en el Reino de Dios no habrá más huérfanos.
«Si hemos entregado nuestras vidas a Cristo, Dios nos ha adoptado en su familia», escribió una vez Billy Graham. «Él es ahora tu amoroso Padre celestial, y tú eres ahora su hijo, nacido espiritualmente en su familia».
En Estados Unidos, el mes de noviembre es el Mes Nacional de la Adopción. Esperamos que la siguiente historia de adopción sea una fuente de ánimo e inspiración.