«Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes».
Deuteronomio 6:6-7
El ciclo escolar acaba de comenzar, pero muy probablemente, tu agenda ya se está llenando.
Cada mañana hay almuerzos que empacar y ropa que alistar, convirtiendo en todo un logro el hecho de que todos salgan por la puerta. Muy probablemente, las tareas y las clases extracurriculares consumirán las tardes, dejando apenas espacio para una cena familiar.
Mientras meditas en el ciclo escolar que apenas comienza, puede que te preguntes: «¿Cómo podemos lograr que Dios sea nuestra prioridad cuando nuestra agenda está tan saturada?».
«Hoy en día, muchos hogares se han convertido en poco más que dormitorios, donde los miembros de la familia comen y duermen, pero por lo demás tienen poca comunicación entre sí», escribió una vez Billy Graham.
Ya sea que tus hijos sean adolescentes o que estén en sus primeros años en la escuela, conseguir que tu familia desarrolle una rutina que honre a Dios puede ser un verdadero reto.
Es importante tener en cuenta que para los padres, el discipulado de sus hijos es la responsabilidad más importante.
«Si nuestros hijos crecen sin comprender la diferencia entre el bien y el mal… sin deseo de vivir con integridad… sin fe en Dios… sus almas se empobrecerán y se perderán el mayor bien de la vida», dijo Billy Graham.
A continuación te proponemos tres formas de ayudar a inculcar la fe en tus hijos durante el ciclo escolar.
1. Céntrate en el crecimiento de tu propia relación personal con Dios
«Lo más grande que pueden hacer los padres es enseñar a sus hijos el amor por la Palabra de Dios a través de su propio ejemplo», escribió Billy Graham. «Los niños aprenderán mucho más observando que solo escuchando».
«El hecho de que los hijos vean que sus padres extraen sabiduría de la Biblia, y son obedientes al mensaje de la Biblia, tiene el potencial de hacer que sientan curiosidad también por saber de dónde procede el gozo verdadero».
La esposa de Billy Graham, Ruth, pasaba tiempo diariamente con Cristo, incluso cuando él viajaba. Y estaba comprometida con la misión de guiar a sus cinco hijos a Jesucristo.
«Mientras mi padre estaba ocupado en su ministerio mundial, mi madre estaba igualmente ocupada en su ministerio en casa: criar a su familia en un ambiente sano, divertido y temeroso de Dios», dijo Franklin Graham. «Desde niños nos enseñó a memorizar las Escrituras, a pensar por nosotros mismos y a preocuparnos por los demás».
Su hermana, Anne Graham Lotz, tiene recuerdos concretos de la dedicación de su madre a la Palabra de Dios: «[Cuando] bajaba a la habitación de mi madre temprano por la mañana, su luz estaba encendida y la encontraba en su gran escritorio. Tenía unas catorce traducciones diferentes de la Biblia. La encontraba leyendo y estudiando la Biblia».
»[Si] bajaba a su habitación a altas horas de la noche y veía la luz encendida por debajo de la puerta y entraba, ella estaba de rodillas orando».
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En aquellos momentos en los que crees que tus hijos no te están mirando, muy probablemente están observando más de lo que te imaginas.
El ejemplo que les das, así como la forma en que reaccionas en situaciones difíciles, se les quedará grabado para siempre. Dedicar un tiempo a estudiar la Biblia en lugar de navegar por las redes sociales puede hacer una gran diferencia.
«Los niños adquieren las características y los hábitos de sus padres», continuó Billy Graham. «Deberíamos ser lo suficientemente honestos como para preguntarnos si estamos siendo sabios y coherentes en lo que enseñamos y la forma en que vivimos».
2. Encuentra formas creativas de guiar a tus hijos a Cristo
Si sientes que tus hijos no están muy interesados en la fe, lo primero que puedes hacer es orar incansablemente por tu familia, para que Dios abra sus corazones a su amor.
Luego, busca formas de conectar a tus hijos con el Evangelio. Esto puede incluir escuchar música de adoración o un pódcast basado en la Biblia mientras van juntos en el carro, elegir una noche para escuchar juntos un sermón bíblico en YouTube o iniciar un tiempo para llevar a cabo un devocional familiar.
Si deciden hacer un devocional, esfuérzate por encontrar un espacio que resulte conveniente para la agenda de todos y en el que toda la familia pueda abrir la Palabra de Dios, ya sea diaria o semanalmente. Considera reservar un tiempo al final para que puedan conversar sobre lo que leyeron, cómo aplicarlo en sus vidas diarias, intercambiar peticiones de oración y terminar juntos con una oración.
«Algo que mis padres establecieron al principio de mi vida y que fue muy importante para mí y mi familia es nuestro devocional familiar matutino. Mi madre o mi padre lo hacían. Elegían una Escritura, la leían y dirigían la oración», dijo Franklin Graham. «Cuando me casé, Jane y yo hicimos lo mismo con nuestros hijos. Orar por la mañana, y luego orar por la noche de rodillas con nuestros hijos».
Esos momentos juntos pueden ayudar a los niños a comprender que Dios no es un ser lejano, sino que es su Padre que los ama más de lo que pueden imaginar.
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Si sientes que la agenda de tu familia está demasiado saturada y no tienen tiempo para estudiar la Palabra juntos, considera la posibilidad de reducir el tiempo invertido en alguna de sus actividades, o incluso recortar tu horario de trabajo. Tomar una decisión de este tipo puede ser muy difícil, sin embargo, te animamos a considerar que el tiempo con tus hijos es precioso y los años pasan muy rápidamente.
Si tus hijos son mayores, puedes crear un chat familiar en el que compartan versículos o lecturas bíblicas enriquecedoras.
3. Asegúrate de asistir a la iglesia regularmente
En los momentos en que sentimos que no tenemos tiempo para Dios, a menudo es cuando más lo necesitamos.
Ir a la iglesia todos los domingos es una forma de ayudar a establecer el grado de importancia que tiene Dios en tu familia. No solo define tu necesidad y la de tus hijos de aprender sobre Dios, sino que la iglesia también provee un espacio en el que tus hijos estarán rodeados de otros jóvenes creyentes.
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Cuando salgan de la iglesia, dedica un tiempo para conversar con tus hijos acerca de lo que están aprendiendo sobre Dios, o si tienen alguna duda sobre la fe.
Llevar a tus hijos a la iglesia no asegura que seguirán a Cristo para siempre, pero lo que aprendan ahora tendrá un impacto durante el resto de sus vidas.
«Para el hijo rebelde que se aleja de Dios, la enseñanza de los principios bíblicos a una edad temprana puede aumentar en gran medida la posibilidad de que Dios utilice estas verdades para devolver al niño descarriado al redil», escribió Billy Graham.