La Navidad es probablemente la época más ajetreada del año. Hay celebraciones y muchos eventos a los que asistir. Pero, ¿con qué frecuencia nos detenemos a meditar en Jesús?
«No quiero apresurarme en esta época navideña», dijo Cissie Graham Lynch en el evento. «No quiero esa sensación de pánico de que tenemos que hacer muchas cosas. No quiero pasar deprisa por la escena del nacimiento de Jesús. No quiero pasar de prisa junto a María. No quiero pasar de prisa junto a Jesús».
Lynch animó a más de 400 mujeres en el Billy Graham Training Center at The Cove a hacer una pausa; a ir más despacio y aprender de uno de los personajes centrales de la historia de Navidad: la madre de Jesús.
Lynch analizó las formas en que la madre del Mesías podría haberse desmoronado bajo las presiones que llegaron con el anuncio angelical.
«Pero [María] tenía una comprensión de la fidelidad de Dios; tenía su mirada puesta en la eternidad». Así, Lynch pasó a explicar cómo María, al responder a Dios, modeló cuatro disciplinas que todos podemos seguir hoy.
- Sumisión.
En el primer punto, Lynch resaltó cómo María decidió soltar el control de su historia para dejar que Dios hiciera su voluntad en su vida. De la misma forma, «antes de que nuestra historia pueda ser contada, tenemos que someterla a Dios para que sea Él quien cuente nuestra historia.
»María lo entregó todo a Dios. La Escritura dice sobre su respuesta al ángel: “Que él haga conmigo como me has dicho”… Había tanta paz en su respuesta, incluso cuando era más lo que ella desconocía.
»Porque claro, ella tenía planes. Todos tenemos muchos planes y esos planes a menudo se dan la vuelta, se cambian; esos sueños se aplastan o se rompen, pero Dios lleva a cabo su plan cuando nos sometemos plenamente a Él. Y ella renunció a su vida ordinaria para formar parte del extraordinario plan de Dios».
- Servicio.
En un segundo punto, Lynch notó cómo María estuvo dispuesta a rendir su vida en servicio a Dios. «En su sencilla respuesta, María también dijo: “Soy la sierva del Señor”.
Al reconocer la soberanía de Dios y su propia necesidad de un Salvador, ella decidió intercambiar sus planes por una vida de servicio a Dios. «Ella aceptó la responsabilidad de criar al Hijo de Dios… aunque ello la llevara al sufrimiento».
- Sufrimiento.
En el tercer punto, Lynch recordó cómo desde la profecía que escuchó de boca de Simeón cuando ella y José llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor, María supo el sufrimiento que se avecinaba.
«Simeón dijo: “Este niño está destinado a causar la caída y el levantamiento de muchos en Israel… a fin de que se manifiesten las intenciones de muchos corazones”». Y, dirigiéndose a María, le dijo: «“En cuanto a ti, una espada te atravesará el alma”».
Lynch invitó a las presentes a meditar en las dificultades que enfrentó María siendo aún una adolescente.
«Piensa en su corta edad, dando a luz con solo José a su lado: un hombre con el que nunca había tenido intimidad. Y a una edad tan temprana… Piensa en la [mala] reputación que habría sufrido. Piensa en todas las mujeres que hablaban chismes en el pueblo sobre ella».
Sobre este punto, Lynch reflexionó en cómo Dios está con nosotros en el sufrimiento, porque Él mismo es un Dios que conoce el sufrimiento.
«A menudo pienso, qué dulce es que sirvamos a un Dios que conoce ese dolor. Que ha perdido a su propio Hijo… Ese Dios estará contigo en el desierto. Él estará contigo en el sufrimiento».
- Canción.
Finalmente, Lynch destacó que así como María no pudo contener su alabanza al ver la obra que Dios estaba haciendo por medio de Jesús, así nosotros los creyentes cantamos las alabanzas de Dios en medio de un mundo oscuro.
«Alabas a Dios porque el mundo debe ver eso. Así es como debemos destacar en este mundo. Ella cantó desde una perspectiva eterna. Cantó no por la certeza de la llegada del tiempo de Dios, sino por la certeza de la gracia de Dios. Cantó con la confianza de la fuerza de saber quién era su Dios.
»Incluso si no tienes palabras que decir, a veces es como: “Señor, estoy aquí. No sé qué decir, pero estoy aquí contigo y estoy en tu presencia. Ayúdame. Te necesito”. Cuando cantas alabanzas a Dios por la obediencia de tu corazón, te aseguro que Él se reunirá ahí contigo».
En un evento en el que cientos de mujeres pudieron reunirse y conversar, Lynch también compartió sus propias historias personales sobre cómo se enfrentó a la depresión y la ansiedad mientras compaginaba el trabajo, la familia y los hijos.
Dirigiéndose a toda la multitud, ofreció un mensaje de esperanza a cualquiera que se enfrente a unas Navidades difíciles.
«No tenemos por qué cantar una canción de miedo y descontento… Podemos cantar una canción de Navidad durante todo el año… Pasemos por lo que pasemos, estemos en la época que estemos, como María, siempre podemos magnificar al Señor».