Devocionales diarios de Billy Graham para la Pascua

La Pascua es un tiempo en el que celebramos cómo Jesús dio su vida para salvarnos, y cómo resucitó para darnos vida eterna.

Estos devocionales de Billy Graham son específicos para los días más especiales de la Semana Santa, e incluyen reflexiones sobre la muerte y resurrección de Jesús. Mientras preparas tu corazón para la Pascua, renueva tu comprensión de lo que esta temporada significa con en estos versículos y reflexiones.

Jueves

Lectura: 1 Corintios 15:35-43

Al acercarnos a la celebración del Viernes Santo, recuerdo las siete palabras de Jesús desde la cruz, y la gloria y el poder que hay en cada una de ellas.

Jesús estaba solo. Había venido a los suyos, y los suyos no le recibieron. Cuando fue arrestado en el huerto de Getsemaní, se nos dice que «todos los discípulos lo abandonaron y huyeron» (Mateo 26:56). Si bien las multitudes habían gritado: «¡Hosanna!», ahora la muchedumbre gritaba: «¡Crucifícalo! … ¡Crucifícalo!» (Mateo 21:9, 27:22-23).

En ese momento, incluso sus leales doce discípulos se habían marchado. Y por fin le oímos gritar: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» (Marcos 15:34). No solo había sido abandonado por sus compañeros humanos, sino que ahora, en aquella hora desesperada y solitaria, Él, al llevar nuestros pecados en su propio cuerpo en la cruz, había sido abandonado por Dios. Jesús estaba soportando el sufrimiento y el juicio del infierno por ti y por mí.

¿Cómo puedes mostrar tu gratitud a Dios por permitir que su Hijo soportara la vergüenza y el sufrimiento de la cruz?

Viernes

Lectura: 1 Corintios 15:44-49

El Viernes Santo celebra el día en que nuestro Señor murió por nuestros pecados en la cruz. A menudo me he sentado a imaginar la agonía y el sufrimiento que Él padeció por nuestros pecados. En un momento dado dijo desde la cruz: «Todo se ha cumplido» (Juan 19:30). Quería decir que Dios había aceptado su obra en la cruz como castigo por nuestros pecados.

La muerte de Cristo por nosotros es la razón por la que Dios puede perdonarnos y seguir siendo justo. A su vez, la muerte de Jesús nos enseña la profundidad y la amplitud que debe tener el perdón que nos mostramos unos a otros.

Aunque aquel Viernes Santo fue terrible, fue el preludio del domingo por la mañana, cuando nuestro Señor resucitó de entre los muertos. Las mujeres piadosas habían venido a ver su tumba, pero los ángeles hicieron el glorioso anuncio: «¡Ha resucitado!» (Lucas 24:6). Su resurrección garantizó que nosotros también resucitaremos, si somos creyentes y obedecemos su Palabra.

Mientras celebras la verdad de que Jesús vino del Cielo para redimirte, ¿estás reflejando su semejanza con los que te rodean?

Sábado

Lectura: 1 Corintios 15:50-54

Desde Génesis hasta Apocalipsis, se nos advierte que es más tarde de lo que pensamos. Pablo escribe a los cristianos en Romanos 13:11-12: «… Ya es hora de que despierten del sueño, pues nuestra salvación está ahora más cerca que cuando inicialmente creímos. La noche está muy avanzada y ya se acerca el día. Por eso, dejemos a un lado las obras de la oscuridad y pongámonos la armadura de la luz».

Hay millones de personas en todo el mundo que no tienen paz en este momento porque nunca han encontrado el secreto de la paz. Algunos de ellos pueden tener riquezas como resultado de la codicia y la avaricia, pero sus almas están flacas, sus corazones están fríos hacia Dios, sus conciencias están embotadas y sus mentes están cegadas.

Necesitan saber que hay un Dios de amor maravilloso que envió a su Hijo Jesucristo a este mundo. Y como muestra de su misericordia, Cristo, el Príncipe de Paz, fue a la cruz para tender un puente de paz entre Dios y la humanidad.

¿Vives en la realidad de la victoria de Jesús sobre la muerte? ¿De qué manera tangible puedes compartir esa victoria con los demás para que ellos también tengan vida?

Domingo

Lectura: 1 Corintios 15:55-58

La Pascua es una época de gran alegría para los que conocen a Cristo. Pero los que no tienen la luz del conocimiento de la gloria de Dios (ver 2 Corintios 4:6), no hay en ella nada de lo qué alegrarse.

Jesús nos dejó con la gran esperanza y certeza de que Él va a regresar para traer un nuevo cielo y una nueva tierra donde, se nos dice, no habrá más tristeza, problemas o muerte para aquellos que han creído y lo han seguido. Pero para aquellos que lo han rechazado, habrá angustia, dolor y sufrimiento.

Como cristianos, nuestra gran tarea es obedecer el mandato de hablarle a todo el mundo de Cristo crucificado, sepultado y resucitado. Mi oración para ti durante esta época del año, cuando meditamos en el gran sacrificio de nuestro Salvador por nosotros en la cruz, es que te llenes de paz y esperanza, porque «¡Ha resucitado!». Estas son las Buenas Nuevas.

Mientras sigues a Cristo, ¿estás obedeciendo su mandato de contarle a los demás que Él ha resucitado de verdad?

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