«El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio». —Salmos 18:2
El problema con el pensamiento moderno es que se tiene una concepción de que Dios es un Dios descuidado, sin reglas establecidas para la vida y la salvación. Sin embargo, pregúntale al astrónomo si Dios es un Dios descuidado; te dirá que cada estrella se mueve con precisión en su trayectoria celestial. Pregúntale al científico si Dios es un Dios descuidado; te dirá que sus fórmulas y ecuaciones son fijas, y que ignorar las leyes de la ciencia sería una necedad. Si las leyes el reino material son tan fijas y exactas, ¿es razonable que Dios pueda darse el lujo de ser descuidado en el reino espiritual, donde los destinos eternos de las almas están en juego? Así como Dios tiene ecuaciones y reglas en el reino material, también las tiene en el espiritual.