Dios nunca se equivoca


 
«… gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo».
—2 Corintios 12:9

En pocas ocasiones los creyentes podemos sentir tan viva la presencia de Dios que cuando nos encontramos acostados en un lecho de enfermedad. Dios ablandará la cama y nos fortalecerá con su presencia y con su tierno cuidado. Él hace que la cama sea cómoda y seca nuestras lágrimas. Nos ministra con especial ternura en esos tiempos y revela su gran amor por nosotros. Dime tú por qué el jardinero poda sus rosales, y a veces corta incluso las ramas productivas, y te diré por qué el pueblo de Dios está afligido. La mano de Dios nunca se equivoca. Él nunca se equivoca. Todo lo que Él hace es para nuestro propio bien y para nuestro beneficio final. Muchas veces Él debe deformarnos y mutilar nuestra propia imagen. La deformidad a veces precede a la conformidad.

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Oración de hoy

Cuando vengan los tiempos de tribulación, ayúdame, querido Señor, a glorificarte en medio de ellos.