«La palabra está cerca de ti... si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo». —Romanos 10:8-9
Cristo mencionó que hay felicidad en el reconocimiento de nuestra propia pobreza espiritual cuando esta abre la puerta y permite que Dios entre en nuestra alma. La Biblia enseña que nuestra alma tiene una enfermedad, la cual es la causa de todos los problemas y las dificultades del mundo, así como de todos los inconvenientes, las confusiones y las desilusiones de tu propia vida. El nombre de esa enfermedad es un vocablo feo: no nos gusta usarlo. Se llama «pecado». Todos tenemos orgullo. No nos gusta confesar que nos equivocamos ni que hemos fallado. Sin embargo, la Biblia dice que: «Todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios». No hemos vivido según el estándar divino. Tenemos que confesar nuestros pecados para dar el primer paso hacia la felicidad, la paz y el contentamiento.