«… preferiríamos ausentarnos de este cuerpo y vivir junto al Señor». —2 Corintios 5:8
Un niño viajaba solo en un tren en un día caluroso. Los viajeros se sentían extremadamente incómodos y el paisaje no era muy interesante, puesto que iban pasando por el desierto de Arizona. Una señora sentada al lado del niño le preguntó: «Estás cansado por el largo viaje?». El niño sonrío y respondió: «Estoy un poco cansado, pero no me importa mucho. Me encontraré con mi papá cuando llegue a Los Ángeles».
A veces nos cansamos un poco de los afanes de la vida, pero es reconfortante saber que Jesucristo nos encontrará al final del camino de la vida. El gozo de estar con Él para siempre está más allá de lo que es posible describir con palabras.