«Dichoso aquel… cuya esperanza está en el Señor su Dios». —Salmos 146:5
Dichosa es la persona que ha descubierto el secreto de acudir a Dios diariamente en oración. ¡Todas las mañanas, 15 minutos a solas con Dios antes de comenzar el día pueden cambiar las circunstancias y mover montañas! No obstante, toda esta felicidad y todos estos beneficios ilimitados que fluyen del almacén del cielo dependen de nuestra relación con Dios. La dependencia y la rendición absolutas son las condiciones para ser llamados sus hijos. Solo sus hijos tienen derecho a recibir aquellas cosas que los llevan a la felicidad; y para ser su hijo, debe haber sumisión de nuestra voluntad a la voluntad de Él.
El ser humano no llega a conocer a Dios a través de buenas obras; solo lo llega a conocer por fe, mediante la gracia. No puedes abrirte camino por ti mismo ni hacia el cielo ni hacia la felicidad. No puedes moralizar tu camino, no puedes reformar tu camino, ni tampoco puedes comprar tu camino. El camino que lleva al cielo viene como regalo de Dios a través de Cristo.