El perdón infinito


 
«Pues Dios no nos destinó a sufrir el castigo, sino a recibir la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo. Él murió por nosotros…».
—1 Tesalonicenses 5:9-10

Tomemos un momento para hablar de la muerte de Cristo. En una biografía del gran estadounidense Daniel Webster, 863 páginas hablan de su carrera y solo cinco páginas están dedicadas a su muerte. La vida de Abraham Lincoln, escrita por John Hay, consta de 5000 páginas, pero solo 25 relatan la dramática historia de su asesinato y muerte. En la mayoría de las biografías, las muertes de los personajes son meros incidentes al final del libro.

No obstante, cuando vamos a las cuatro «biografías» de Jesús, es decir, los cuatro Evangelios, nos encontramos ante un hecho muy curioso. Una tercera parte de Mateo está dedicada a la descripción de la muerte de Cristo. Una tercera parte de Marcos, una cuarta parte de Lucas, y nada menos que la mitad de Juan están dedicadas a su muerte. Todas estas páginas están dedicadas a las últimas 24 horas de su vida. La muerte de Jesucristo es un hecho significativo en la historia de la humanidad, porque Jesucristo vino con el propósito expreso de morir por los pecadores. Cuando dejó el cielo, sabía que iría a la cruz.

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Oración de hoy

Señor Jesús, no puedo imaginar la agonía que sufriste por mí en la cruz. Yo solo merezco tu juicio, pero me has dado perdón y vida eterna. Alabo tu amado nombre.