«... en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros». —Romanos 8:18
En ninguna parte la Biblia enseña que los cristianos estarán exentos de las tribulaciones y los desastres naturales que sucederán en el mundo. Sin embargo, sí enseña que el cristiano puede enfrentar tribulaciones, crisis, calamidades y sufrimientos personales con un poder sobrenatural que no está a disposición de las personas sin Cristo. Los primeros cristianos pudieron experimentar gozo en sus corazones aun en medio de las pruebas y la depresión. Contaron el sufrimiento por causa de Cristo, no como una carga o una desgracia, sino como un gran honor; como una evidencia de que Cristo los había considerado dignos de testificar de Él por medio de su sufrimiento. Nunca olvidaron lo que Cristo mismo había sufrido para conseguir su salvación, y por eso consideraron sufrir por amor de su nombre un don y no una cruz. Los cristianos pueden regocijarse aun en la tribulación porque tienen la eternidad en mente. Cuando hay muchas presiones, miran más allá de su situación actual, y ponen sus ojos en la gloria del cielo. La mera idea de la vida futura con Cristo hace que las pruebas del presente parezcan fáciles y transitorias.