«Mi pueblo es necio, no me conoce». —Jeremías 4:22
Nadie es más patético que el que tiene gran necesidad y no es consciente de ello. ¿Recuerdas a Sansón? Cuando estaba en el valle de Sorec rodeado de los príncipes de los filisteos, «… no sabía que el SEÑOR lo había abandonado» (Jueces 16:20).
Se ha dicho con verdad: «Nadie es tan ignorante como el que no sabe nada y no sabe que nada sabe. Nadie está tan enfermo como el que tiene una enfermedad mortal y no tiene conciencia de ello. Nadie es tan pobre como el que es indigente y, sin embargo, piensa que es rico». Lo lamentable de los fariseos no era tanto su hipocresía como lo era su falta total de conocimiento de cuán pobres eran a los ojos de Dios. Siempre es algo patético que una persona piense que es rica cuando en realidad es pobre; que piense que es bueno cuando en realidad es vil; que piense que es educado cuando en realidad es analfabeto.
Señor Jesús, haz que nunca olvide el estado de pobreza espiritual en el que me encontraba antes de que tu amor invadiera mi vida, y llegara a conocerte como Salvador.