«¡En ningún otro hay salvación! Dios no ha dado ningún otro nombre bajo el cielo, mediante el cual podamos ser salvos». —Hechos 4:12, NTV
La salvación es un acto de Dios. Es Dios quien la inicia, la forja y la sostiene. La fe que salva el alma se describe como fe en Cristo como el Hijo de Dios, no como un buen hombre o un gran hombre, ¡sino como el Hijo unigénito del Dios vivo!
Esto concuerda con el testimonio de todo el Nuevo Testamento y con las proclamaciones de los primeros predicadores del evangelio. Todos proclaman la necesidad de la fe en Jesucristo como Deidad.