Nuestra mayor necesidad


 
«Hacia ti extiendo las manos; me haces falta, como el agua a la tierra seca…»
—Salmos 143:6

Hace poco, visité al decano de una gran universidad en los Estados Unidos. Miramos por la ventana de su oficina y vimos que cientos de estudiantes caminaban hasta sus clases. Le pregunté al decano: «¿Cuál es el mayor problema que tiene esta universidad?”. Pensó un momento y respondió: «El vacío». Muchas personas hoy en día están aburridas, solas o en busca de algo. Lo puedes ver en sus caras.

Una señorita que regresó de la universidad le dijo a su adinerado padre: «Papá, quiero algo, pero no sé qué». Eso pasa con mucha gente; deseamos algo que resuelva los problemas más profundos de nuestra vida, pero no lo hemos encontrado. David sostuvo: «Lo he encontrado… Nada me falta». El apóstol Pablo lo expresó de esta forma: «He aprendido a estar satisfecho en toda situación en que me encuentre».

No tienes que renunciar a la vida, no necesitas levantar las manos y decir: «¡Me rindo!». Puedes tener la paz, la alegría, la felicidad y la seguridad de Dios; y tu vida puede llegar a ser la más emocionante del mundo.

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Oración de hoy

Señor Jesús, tú sacias la sed y el anhelo de mi alma. Alabado sea tu bendito nombre.