«Si no hay resurrección, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado. Y, si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación no sirve para nada, como tampoco la fe de ustedes... Lo cierto es que Cristo ha sido levantado de entre los muertos...».
—1 Corintios 15:13-14,20
Una mañana, recibí una invitación a tomar un café con Konrad Adenauer antes de que se jubilara como canciller de Alemania. Cuando entré, esperaba conocer a un hombre alto, frío y formal que tal vez se avergonzaría si le mencionaba el tema de la religión. Después de saludarlo, el canciller de repente se giró hacia mí y me dijo: «Señor Graham, ¿qué es lo más importante en el mundo?». Antes de que pudiera responder, él había respondido su propia pregunta. Dijo: «La resurrección de Jesucristo. Si Jesucristo está vivo, entonces hay esperanza para el mundo. Si Jesucristo está en la tumba, entonces no veo el más mínimo destello de esperanza en ningún lado». Después, me sorprendió al decir que él creía que la resurrección de Cristo era uno de los hechos mejor atestiguados de la historia. Afirmó: «Cuando deje este cargo, pretendo pasar el resto de mi vida reuniendo pruebas científicas sobre la resurrección de Jesucristo».
Fue la resurrección de Cristo lo que llamó a los discípulos a salir como jóvenes revolucionarios y apasionados para cambiar el mundo de sus tiempos. Ellos predicaban que Cristo está vivo. Ese debería ser nuestro mensaje todos los días del año.
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Padre, que mi mensaje sea el de la resurrección del Señor Jesucristo y el de su poder para cambiar la vida de aquellos que creen en Él.