¿Te rindes?


 
«Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás».
—Efesios 2:10, NTV

La felicidad y todos los beneficios ilimitados que fluyen del almacén del cielo dependen de nuestra relación con Dios. La dependencia y el rendimiento absoluto son las condiciones para ser su hijo. Solo sus hijos tienen derecho a recibir aquellas cosas que se prestan a la felicidad; y para ser su hijo, tiene que haber entrega de nuestra voluntad a Él.

Tenemos que reconocer que somos pobres antes de ser hechos ricos. Tenemos que admitir que estamos desamparados antes de que lleguemos a ser hijos de adopción. Cuando nos damos cuenta de que toda nuestra bondad es como un trapo sucio ante los ojos de Dios y ganamos consciencia del poder destructivo de nuestros deseos obstinados; cuando comprendemos nuestra dependencia absoluta de la gracia de Dios, misma que recibimos exclusivamente por medio de la fe, entonces hemos comenzado el camino hacia la felicidad.

Las personas no llegan a conocer a Dios a través de buenas obras, sino solo mediante la fe a través de la gracia. Uno no puede trabajar para ganar el cielo y la felicidad. Uno no puede alcanzarlo por medio de esfuerzos moralizadores o reformadores. Tampoco puede uno comprar su camino al cielo. Esto solo se puede alcanzar como un regalo de Dios a través de Cristo.

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Oración de hoy

Haznos comprender siempre, Señor Jesús, que es a través de la gracia que llegamos a conocerte; que es por lo que Tú has hecho que somos justificados delante de ti.