Quiero creer en el cielo y a veces lo hago, pero después empiezo a preguntarme si no se trata de algo que simplemente se les ocurrió a las personas. Quizá no sabremos en realidad si el cielo existe o no hasta que muramos.
La gente solía enviar una gran cantidad de preguntas a Billy Graham. Durante décadas, Él respondió a un sinnúmero de ellas en una columna periodística sindicada llamada «Mis Respuestas». Esta es una de ellas.
El cielo no solo existe, sino que Dios quiere que sepamos que existe. También quiere que sepamos que, al morir, podemos ir a estar con Él en el cielo para siempre. Jesús dijo: «Voy a prepararles un lugar» (Juan 14:2).
¿Cómo sabemos que el cielo no es, simplemente, algo que se les ocurrió a las personas? Una de las razones son las promesas de Dios. De principio a fin, la Biblia sostiene que fuimos creados a imagen de Dios, es decir que Dios puso algo de sí mismo en nosotros. Y así como Dios no puede morir, tampoco puede hacerlo nuestra alma o espíritu. El salmista declara: «La bondad y el amor me seguirán todos los días de mi vida; y en la casa del Señor habitaré para siempre» (Salmo 23:6).
Pero por sobre todas las cosas, sabemos que el cielo es real debido a Jesucristo. Él vino al mundo por una razón: para que sea posible que nosotros vayamos al cielo. El pecado nos cerró las puertas del cielo, pero Jesucristo, al morir en la cruz, se hizo responsable del juicio que nosotros merecemos por nuestros pecados. Y al resucitar, ¡venció al pecado, la muerte y el infierno para siempre!
No deambules más en la niebla de la duda. Más bien, vuélvete a Jesucristo y pon tu fe y confianza solamente en Él para que seas salvo. Su promesa es para ti: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera … ¿Crees esto?» (Juan 11:25‑26).
>>Tú también puedes tener la certeza de que irás al cielo.