Mi esposo falleció hace dos años por cáncer. Ahora las fiestas son particularmente duras para mí. No puedo evitar recordar los buenos momentos que pasamos juntos en Navidad y en otras épocas. Ahora estoy sola. ¿Cómo puedo salir adelante?
La gente solía enviar una gran cantidad de preguntas a Billy Graham. Durante décadas, Él respondió a un sinnúmero de ellas en una columna periodística sindicada llamada «Mis Respuestas». Esta es una de ellas.
Mi esposa falleció y entiendo muy bien lo que dices. Yo encuentro consuelo en tres grandes verdades y te aliento a que tú lo hagas también. En primer lugar, yo sé que ella está segura en el cielo, lejos del dolor y el sufrimiento que a menudo experimentamos aquí. Ahora está en la presencia de Dios para siempre, y aunque la extraño mucho, sé que pronto estaremos juntos de pie ante el trono de Dios. Para ella, ya se hizo realidad la promesa de Jesús: «En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas… Voy a prepararles un lugar» (Juan 14:2).
También me consuela el hecho de que nunca estoy solo de verdad, pues Cristo está conmigo en cada momento del día. Aunque quizá no siempre sienta su presencia, sé que Él aún me rodea con su amor. Tú también puedes experimentar su presencia, a medida que te acerques cada vez más a Él en oración, y leas su Palabra cada día.
Por último, me consuela saber que Dios aún tiene una razón para que yo siga aquí; y también la tiene para ti. No, quizá no puedas hacer todo lo que alguna vez hiciste, pero puedes orar por otras personas y alentar a quienes te rodean sonriéndoles, amándolos y preocupándote por ellos. En tu gozo ellos verán que Cristo es real en tu vida. Mantén tu mirada en Cristo, pues Él nos da esperanza.