Mi esposo falleció hace tres años y, prácticamente, lo único que me anima es pensar que algún día me reuniré con él en el cielo. ¿Estoy tan solo engañándome a mí misma, o es cierto que estaremos juntos de nuevo?
La gente solía enviar una gran cantidad de preguntas a Billy Graham. Durante décadas, Él respondió a un sinnúmero de ellas en una columna periodística sindicada llamada «Mis Respuestas». Esta es una de ellas.
No, no te estás engañando. La Biblia nos asegura que aquellos que conocen a Cristo se reunirán con sus seres queridos en el cielo. Nos dice que Cristo murió por nosotros «para que, en la vida o en la muerte, vivamos junto con él» (1 Tesalonicenses 5:10).
Permíteme asegurarte que Dios comprende tu soledad y tu aflicción. Él quiere darte ánimo y ayuda cada día. Y lo hará a medida que te vuelvas a Él. Yo lo he experimentado en mi propia vida, pues, al momento que escribo esto, mi esposa, Ruth, partió a la presencia del Señor hace casi dos años. La extraño más de lo que puedo decir, y cada día anhelo su presencia. Cuando la muerte se lleva a alguien que amamos profundamente, queda un hueco en nuestro corazón; un hueco que no es fácil llenar. De hecho, no quedará completamente lleno de este lado de la eternidad.
Sin embargo, cuando conocemos a Cristo, hay esperanza: esperanza para el hoy y, sobre todo, esperanza para la eternidad. El cielo es mucho más glorioso de lo que podríamos imaginar jamás. Allí, todas las preocupaciones y penas que hoy nos angustian se desvanecerán. No solo estaremos junto a los que partieron al cielo antes que nosotros, sino, mucho mejor aun, estaremos junto a Cristo.
Ahora bien, la promesa de ir al cielo es solo para quienes han creído en Jesucristo como su único y suficiente Salvador, se han arrepentido de sus pecados y ahora están entregados a Cristo. Si no estás segura de tu salvación, pídele a Jesús que venga a tu corazón hoy. Luego, agradécele por la esperanza que nos da y pídele que te ayude a mantener tu mirada enfocada solamente en Él todos los días.