Me siento inútil a medida que envejezco. ¿Sigo siendo valiosa para Dios?

Una amiga está luchando contra la idea de envejecer y sentir que Dios no la valora tanto como a un predicador, un médico o un profesor. ¿Qué se puede decir para ayudarla a entender que Dios no ve a las personas como la sociedad ve a los demás?


La gente solía enviar una gran cantidad de preguntas a Billy Graham. Durante décadas, Él respondió a un sinnúmero de ellas en una columna periodística sindicada llamada «Mis Respuestas». Esta es una de ellas.

A menudo se presenta a las personas diciendo: «Este es Bob, y trabaja para…», como si el lugar donde una persona trabaja determinara su valor. Además, parece que solo se presenta de esta forma a las personas adineradas o a las que se consideran «exitosas». Sin embargo, Dios no nos juzga por el éxito. Él ama a cada persona por igual porque nuestro valor no proviene de lo que hacemos o tenemos, de la ropa que llevamos, de la casa en la que vivimos o del tipo de coche que conducimos. Nuestro valor proviene del hecho de que Dios nos hizo y Cristo murió por nosotros. Por eso, tengamos o no cosas, somos igual de valiosos para Dios. Cierto hombre rico murió y en su funeral se preguntó: «¿Cuánto dejó?». «Lo dejó todo», fue la respuesta.

Dios dio todo lo que tenía, es decir, su Hijo Jesucristo, porque nos valoraba mucho, incluso cuando nosotros no lo valorábamos a Él. Ya que Dios pensó tanto en nosotros, ¿no deberíamos mostrar que lo valoramos poniéndolo en primer lugar en todo lo que hacemos: nuestra vida familiar, nuestra vida laboral y nuestra vida espiritual? Hay una canción [en inglés] que dice: «Pon a Jesús en primer lugar en tu vida, deja que Él maneje todos los problemas que se te presenten». El valor real de un objeto es el que le da el dueño o el comprador.

Dios ha mostrado el valor que ha puesto en ti al enviar a su Hijo para redimirte.

Esta columna está basada en las palabras y escritos del difunto reverendo Billy Graham.

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