Estoy desesperada por encontrar la respuesta a mi dilema. Mis amigos me reprochan continuamente que llevo una vida demasiado religiosa porque no quiero vivir con mi novio ni salir de fiesta con ellos. Me llaman «santita». Soy cristiana, pero me siento sola cuando me dicen que ellos también lo son, pero no viven como yo lo hago.
La gente solía enviar una gran cantidad de preguntas a Billy Graham. Durante décadas, Él respondió a un sinnúmero de ellas en una columna periodística sindicada llamada «Mis Respuestas». Esta es una de ellas.
La Biblia dice que en los últimos días la gente será amante de los placeres más que de Dios (ver 2 Timoteo 3). Muchas personas se jactan de los buenos momentos que tienen, pero en el fondo saben que están viviendo una vida de pecado. La Biblia dice que hay cierto placer en el pecado, pero este es efímero y fatal. Algunos tratan de ocultar la verdad rodeándose de personas que piensan como ellos. Pero se acerca el día en que cada ser humano se encontrará a sí mismo solo, de pie delante del Dios Todopoderoso. Ese será el clímax de la soledad.
Se cuenta la historia del duelo fatal entre Alexander Hamilton y Aaron Burr. Incluso antes de que Burr disparara el tiro fatal y cometiera ese horrible acto sangriento, sintió la soledad de su pecado. En pocas horas, iba a ser un fugitivo huyendo del profundo aborrecimiento de sus conciudadanos. Su carrera política desaparecería para siempre, junto con todas sus grandes ambiciones.
Para todos los que recorren el camino del pecado, hay un aislamiento envolvente. El pecado conduce finalmente a la oscuridad.
Lo más grande que pueden hacer los cristianos es ser un ejemplo viviente de la verdad de Cristo y orar por los perdidos, para que respondan al llamado del Espíritu Santo de Dios que los atrae al pie de la cruz donde pueden abandonar su pecado y recibir la salvación de Cristo. La Biblia dice: «Te fortaleceré y te ayudaré» (Isaías 41:10, NVI). Por medio de la fe, el Salvador del mundo es el único que puede brindar el poder para vencer el pecado que acosa a la raza humana.
Esta columna se basa en las palabras y los escritos del difunto reverendo Billy Graham.