Soy creyente y anhelo mucho confiar en Dios, pero Dios nunca responde mis oraciones como yo creo que lo haría un Dios de amor, o si tan solo le preocuparan las cosas que me preocupan a mí. ¿Se puede confiar en serio en Dios?
La gente solía enviar una gran cantidad de preguntas a Billy Graham. Durante décadas, Él respondió a un sinnúmero de ellas en una columna periodística sindicada llamada «Mis Respuestas». Esta es una de ellas.
Es importante entender que Dios le promete cosas a su pueblo: a aquellos que ponen su confianza en Él y solamente en Él. Para ser su pueblo, es necesario tener un corazón arrepentido por haber pecado contra el Dios todopoderoso. El verdadero arrepentimiento implica reconocer nuestra condición caída, odiar nuestro pecado y apartarnos de él. Todos hemos nacido en pecado, pero Dios, en su gran amor y compasión por la raza humana, le ofrece a cada persona el perdón por sus pecados a través del sacrificio de su Hijo, el Señor Jesucristo. Su muerte y su resurrección son la garantía de la promesa de que si hemos rendido nuestras vidas a Él, y Sus prioridades son ahora las nuestras, Él estará con nosotros y nunca nos dejará.
«Nunca te dejaré; jamás te abandonaré» (Hebreos 13:5). La Biblia también sostiene: «Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer» (Números 23:19).
¿Es esto cierto? Cuando todo en la vida parece ir en nuestra contra y no podemos encontrar salida alguna de nuestros problemas, Él permanece a nuestro lado, aun si de pronto pareciera que nos abandonó. Podemos confiar absolutamente en sus promesas porque Dios no miente ni cambia de parecer. Dios es perfecto y santo, y Él nos ama.
Dios conoce nuestros problemas y podemos confiarle todas las dificultades que enfrentemos. Él no prometió que el camino siempre sería fácil o que sería libre de problemas. Pero Él sí prometió que estaría con nosotros y que nos daría gran consuelo.
Quienes aún no lo conocen como su Señor y Salvador, siempre lleno de compasión y misericordia, pueden poner hoy su confianza en Él. Pueden confesar sus pecados y recibirlo a Él en sus vidas, donde la paz y el gozo reemplazarán la duda y el temor.
Este artículo está basado en las palabras y los escritos del difunto Reverendo Billy Graham.