Estoy apenas empezando a trabajar en el área jurídica y me han ofrecido un gran salario con muchos beneficios. Mis amigos dicen que estoy concentrándome en las cosas materiales y no en lo valioso. ¿Qué hay de malo en eso?
La gente solía enviar una gran cantidad de preguntas a Billy Graham. Durante décadas, Él respondió a un sinnúmero de ellas en una columna periodística sindicada llamada «Mis Respuestas». Esta es una de ellas.
Lucas 18 relata el famoso pasaje de la Biblia de un hombre rico cuyo amor a las riquezas lo llevó a rechazar la única cosa que en verdad anhelaba: la vida eterna. Dios no condena a las personas porque sean ricas, ni justifica a otras porque sean pobres. La pobreza no es una virtud y las riquezas no son un pecado en sí mismas.
Sin embargo, Jesús sí dijo que «le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios» (Lucas 18:25). Quienes obtienen grandes riquezas a menudo confían más en ellas que en Dios; ese era el problema del joven en este pasaje de las Escrituras. Él buscó a Jesús. Fue a Jesús. Incluso le mostró su obediencia a los mandamientos con vehemencia, pues anhelaba saber cómo ganar la vida eterna en el cielo. Pero cuando Jesús le dijo que abandonara todo lo que tenía, se fue. No quiso dejar sus vastas riquezas para seguir a Cristo hasta el cielo. Las riquezas lo distrajeron de obedecer a Jesús.
El altar de Dios es donde se encuentran los reyes y los indigentes. No hay ricos ni pobres en el reino de Dios. Los ricos deben poner sus riquezas sobre el altar y los pobres deben poner allí su ambición. Con una sola voz, deben clamarle a Dios: «Nada traigo en mis manos, solo me aferro a tu cruz».
Algunos de los mejores cristianos son personas con recursos, pero que han consagrado sus cuentas bancarias, así como sus vidas, completamente a Dios. El dinero y todas sus ventajas no pueden comprarlo todo. Cristo, sin embargo, dio su vida para salvarnos. Haz que Él sea el centro de tu vida en todos los sentidos.
Este artículo está basado en las palabras y los escritos del difunto Reverendo Billy Graham.