¿Reconoceremos a nuestros seres queridos en el cielo? ¿Podremos reunirnos con ellos?
La gente solía enviar una gran cantidad de preguntas a Billy Graham. Durante décadas, Él respondió a un sinnúmero de ellas en una columna periodística sindicada llamada «Mis Respuestas». Esta es una de ellas.
A menudo me hacen esta pregunta, y mi respuesta siempre es un rotundo sí. Algún día, sé que me reuniré con todos los miembros de mi familia que ya están en el cielo, incluida mi esposa Ruth.
Y cuando esto suceda, los creyentes tendremos comunión alrededor del trono de nuestro Padre, y podremos encontrarnos con Él finalmente, cara a cara. Y la familia de Dios estará allí, es decir, nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Por eso es tan importante que hablemos de Cristo con nuestros seres queridos. Nada es más maravilloso que nuestras familias compartan la gran esperanza de formar parte de la familia celestial.
Los discípulos pudieron reconocer a Jesús en su cuerpo resucitado. Cuando Cristo se transfiguró y su gloria celestial sobrecogió su apariencia terrenal, Moisés y Elías aparecieron a su lado frente a sus discípulos Pedro, Santiago y Juan (Mateo 17:1-3). Aunque los discípulos nunca habían visto a estos grandes profetas, los reconocieron, así como también reconocieron al Señor en su estado transfigurado.
Estos ejemplos nos dan una gran esperanza de que podremos reconocer a aquellos que conocimos en la tierra, e incluso a otros que nunca hemos visto.
A menudo me preguntan también si las personas que mueren siendo niños estarán en el cielo. No tengo ninguna duda de que así será. Dios es el Dios de la esperanza y la salvación, y podemos decir lo mismo que dijo el rey David cuando murió su hijo pequeño: «¿Acaso puedo devolverle la vida? Yo iré adonde él está, aunque él ya no volverá a mí» (2 Samuel 12:23, NVI).
Jesús mismo dijo: «Les digo que muchos vendrán del oriente y del occidente, y participarán en el banquete con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos» (Mateo 8:11). Anhelo encontrarme no solo con mis seres queridos en el Cielo, sino también con los profetas, los apóstoles, y la madre de nuestro Señor. Pero mi mayor expectativa es mirar a los ojos de Jesús, mi Salvador, quien me conoce por mi nombre.
El autor de Hebreos describe a Jesús llevando muchos hijos a la gloria. Al respecto, dice… «Tanto el que santifica como los que son santificados tienen un mismo origen, por lo cual Jesús no se avergüenza de llamarlos hermanos, cuando dice: “Proclamaré tu nombre a mis hermanos… Aquí me tienen, con los hijos que Dios me ha dado”» (Hebreos 2: 9-13).
¡Qué maravilloso será cuando la familia de Dios se reúna en el Cielo para alabar su nombre!
Y tú, ¿irás al cielo cuando mueras? Aprende aquí cómo puedes obtener esa certeza.
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