«Acumulen para sí tesoros en el cielo». —Mateo 6:20
Muchos jóvenes han construido sus vidas sobre la roca del materialismo. En muchos países he encontrado un profundo descontento económico entre personas de todas las condiciones sociales. La gente quiere más y más cosas. Se olvidan de que estamos disfrutando del nivel de vida más alto que el mundo jamás haya conocido. Por supuesto, todavía existe la pobreza, y cientos de organismos están tratando de hacer algo al respecto; pero la realidad es que estamos insatisfechos. Queremos más, más y más. Sin embargo, Jesús afirmó: «No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas» (Mateo 6:24). Él dijo que la vida de una persona no consiste en la abundancia de las cosas que posee.
Adolf Berle, en su estudio del poder, señala que las riquezas a menudo hacen que las personas se vuelvan solitarias y, por supuesto, tengan miedo. Muchas veces, una persona adquiere riquezas solo para encontrase con la soledad y el miedo porque, cuando hace que la riqueza sea su dios, verá que las riquezas siempre vienen acompañadas de un vacío. Como ves, sin Dios, la vida pierde su placer, su propósito y su sentido.