Mi profesor de filosofía de la universidad dijo: «La clave de la vida es tener un vínculo fuerte contigo mismo». Por otro lado, mi pastor dice que la clave de la vida es llegar a ser uno en Cristo. Son filosofías muy diferentes y confusas para nosotros como estudiantes.
La gente solía enviar una gran cantidad de preguntas a Billy Graham. Durante décadas, Él respondió a un sinnúmero de ellas en una columna periodística sindicada llamada «Mis Respuestas». Esta es una de ellas.
Todo cristiano debe orar para que Dios tome el control total de su vida. El orgullo siempre pone al «yo» por encima de los demás. Deberíamos orar para vaciarnos de nosotros mismos, del amor propio, la voluntad propia y la ambición propia, y ponernos completamente a disposición de Dios. El desánimo y la consternación se han instalado en los corazones de la gente. Pensar en los demás puede ser un antídoto contra el egoísmo. La humanidad busca la plenitud, sin embargo, la sensación de que la vida carece de sentido prevalece, robando a millones de personas el entusiasmo por la vida.
Pero no tiene por qué ser así. La mayor necesidad en el mundo es que las almas encuentren descanso en Jesucristo, teniendo fe en Él diariamente, sin importar las circunstancias. El objetivo final es ser conformados a la imagen de Cristo. La Biblia dice: «Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica» (Efesios 2:10, NVI).
Jesús es nuestro ejemplo. Él nos fortalecerá en tiempos de dificultad y estará con nosotros cuando caminemos a través de las pruebas que vengan. Jesús caminaba y hablaba como debería hacerlo un hombre. Su actitud y enfoque de la vida reflejaban madurez en todo sentido. Miró con ojos santos a un mundo pecador y no se desanimó ni se deprimió por ello, sino que dijo: «Yo he venido para que tengan vida» (Juan 10:10). Él nos ha dado la clave para vivir con alegría: conocer su salvación y seguir siempre sus pasos.
Esta columna está basada en las palabras y escritos del difunto reverendo Billy Graham.